Cuando entrenamos a un perro tenemos que enseñar nuevas cosas a un animal de otra especie, esto no es moco de pavo: supone preparar y organizar una cantidad crítica de información de manera que se reciba correctamente, dándole el significado que nosotros deseamos. Algo que ya es difícil con individuos de nuestra especie (y si lo dudas comprueba cuántos malos entendidos causan las redes sociales).
Muchos entrenamientos empiezan iniciando al perro en las conductas de nuestro interés desde el primer día, también el adiestramiento C-E originalmente lo hacía así, se pueden obtener muy buenos resultados trabajando de esta manera, pero también existen algunos riesgos importantes.
La manera de comunicarse de perros y personas no es igual y hacerlo con efectividad requiere del cumplimiento de unas premisas previas.
La primera es que ambas partes tengan interés en establecer comunicación, parece una obviedad pero no lo es en absoluto, y la manera de conseguirlo determinará la actitud del perro (y la nuestra) ante el entrenamiento. En muchos casos nos basamos en metas puramente individuales, y no hablo solo del perro: a un adiestrador que no entiende el adiestramiento como algo que le permite conocer, conectar y afinar su relación con el perro y sólo tiene interés en obtener conductas, difícilmente se le ocurrirá construir la comunicación de otra manera que como un intercambio egoísta de refuerzos por conductas. Sin embargo también se puede obtener el interés del perro por comunicarse con nosotros por otro motivo: la existencia de una fuerte y saludable vinculación afectiva que hará que cuando interactuemos el perro nos ofrezca su atención y desee obtener la nuestra.
Desear comunicarnos, sea de una u otra manera, es condición necesaria pero no suficiente para conseguir que esa comunicación sea exitosa, hay que cumplir una segunda premisa: tener un canal de comunicación que ambas partes sintonicen adecuadamente, aquí también existen dos vías posibles: las dos especies somos mamíferos sociales con una gran capacidad para entendernos con otros miembros de nuestro grupo, pero lo hacemos de manera muy diferente, así que podemos optar por no establecer una comunicación usando el canal social, sino utilizar únicamente señales que marcan la aparición de estímulos individuales de interés para el perro, el canal diseñado para sacarle partido al entorno, que asociaremos con conductas o, por el contrario, construir un código de comunicación para el entendimiento social entre las dos especies que nos facilite a ambas partes la emisión-recepción de información con valor social, un canal social que emite/recibe en “spanglish” interespecífico.
En los actuales protocolos de trabajo C-E la primera etapa del trabajo está dedicada íntegramente a conseguir vinculación y comunicación con valor afectivo y social, hasta que no cumplimos estos objetivos no se inicia la enseñanza de conductas, ni el más simple sentado, así minimizamos dos problemas que, en mi opinión, son muy comunes en el entrenamiento de perros y cuyo origen está en la mala comunicación:
El colapso informativo, que consiste en que la acumulación de pequeñas informaciones que no se reciben o interpretan correctamente termina bloqueando el canal informativo, como nos sucede cuando escuchamos una conferencia en inglés y, aunque entendemos la mayoría de las cosas, algunas frases se nos escapan y al rato necesitamos salir un momento de la sala para despejarnos porque ya no nos enteramos de nada. Otro buen ejemplo de colapso informativo es lo que pasa cuando hablamos por el móvil y alguna interferencia hace que no escuchemos por completo lo que dice nuestro interlocutor, inicialmente podemos mantener la conversación, pero progresivamente se hace más incómoda hasta que no podemos seguir el hilo de lo que nos cuenta. Basta con que se pierda un diez por ciento del significado de una comunicación para que se produzca un colapso informativo, que llegará más rápido cuanto mayor sea dicha pérdida de información. Por ello entrenar y afinar nuestra capacidad y herramientas de comunicación con el perro antes de utilizarlas para trasmitir información es de vital importancia, creo firmemente que muchas de las situaciones que se suelen considerar sobreentrenamiento son en realidad debidas a este fenómeno, por alargar las sesiones hasta que finalmente colapsamos al perro. Por supuesto esto también le puede suceder al guía si no entiende las señales sociales que el perro emite, y por ello debemos mantenernos receptivos. Aunque nosotros seamos los profesores hay que saber escuchar a los alumnos para conseguir resultados y buen ambiente en el aprendizaje.
El otro problema relacionado con la mala comunicación tiene que ver con el emisor de la información y aunque puede afectar a ambas partes del binomio es más frecuente encontrarlo en el guía. Me refiero a la aparición de frustración ante la incorrecta recepción de la información que emitimos, frustrarse al no ser entendidos es una respuesta emocional involuntaria e inevitable, es lo que sucedía en Pekín Express a los atribulados concursantes cuando se enfadaban con un señor de Pekín (o sea un pequinés), que estaba tan tranquilo vendiendo naranjas (de la China) en su puesto del mercado y que no les entendía al preguntarle en correctísimo castellano por la dirección de un templo al que tenían que llegar con urgencia. Sin irnos tan lejos -literalmente- a todos nos sucede que cuando no se nos entiende por el móvil, debido a una mala señal o a interferencias, y nos piden una y otra vez que repitamos lo último que hemos dicho tendemos a abandonar la conversación por frustrante. Los buenos adiestradores no son los que no sienten frustración cuando el perro no les entiende, pues como digo es imposible evitarlo, sino los que, en lugar de aumentarla hasta que llega a ser insidiosa, insistiendo en repetir un mensaje que no se recibe correctamente, cambian la forma o el contenido del mensaje cuanto sea necesario para asegurarse de su buena recepción.
En adiestramiento C-E tenemos la etapa de vinculación y comunicación, diseñada especialmente para nuestro modelo, pero tengo la convicción de que a cualquier otro protocolo de adiestramiento le resultará ventajoso construir la relación y las normas generales de trasmisión de información de manera previa al entrenamiento de conductas.