Me ha decidido a escribir este post la consulta de una alumna sobre su gata Amparo (decidme que no es un nombre genial para una gata), con un feo problema de agresión, porque me pareció curioso que, aunque ha consultado a buenos profesionales y le habían prescrito un tratamiento adecuado, nadie había tomado en cuenta la existencia, cantidad y distribución de oteaderos en su vivienda.
Los oteaderos son lugares elevados y cómodos que permiten controlar visualmente el entorno, son muy relevantes para la mayoría de los félidos, entre ellos el gato doméstico, pues permiten evaluar las situaciones novedosas que se produzcan desde una situación segura y así elegir una estrategia de afrontamiento controlada, con niveles de estrés que puede gestionar fácilmente. También ofrecen al gato la posibilidad de retirarse a un lugar privado y tranquilo para estar sólo, si los perros adoran las “cuevas” que se forman en las esquinas y bajo los muebles de casa los gatos se pirran por los “miradores” (algo que he intentado -sin éxito- explicarle a Gastón, el malinois macho de casa, que se tumba largas horas en lo alto del respaldo del sofá para otear desde el ventanal qué pasa por el campo cuando él no está persiguiendo conejos).
La primera opción de un gato ante una situación tensa será observarla a distancia segura desde su oteadero, si no dispone de uno se encontrará inmerso en el problema sin poder hacer su evaluación “a vista de pájaro”, lo que le genera altos niveles de estrés y fácilmente termina en problemas de miedos y/o agresión. Y es que la segunda opción (no disponiendo de la primera) del gato ante un problema, será esconderse debajo de algún mueble, pero al hacerlo no procesa la información como haría desde el oteadero, mientras está escondido se mantiene e incluso aumenta el nivel de ansiedad, por lo que esconderse no es una ayuda para superar positivamente la situación, sólo es un recurso de urgencia para salir del paso. Si esto se repite mucho o el escondite es inseguro para el gato aumentará aún más su ansiedad y es fácil que empiece a mostrar conductas agresivas. Muchos problemas severos empiezan por la falta de estas atalayas que son parte de la cimentación de la salud emocional del gato.
Pero sin ponernos tremendos e irnos a casos de agresión podemos afirmar que los oteaderos funcionan como reguladores del estrés, elementos de seguridad, comodidad y calidad de vida para los gatos domésticos, por lo que debemos procurárselos en aquellos lugares de nuestra vivienda en los que hay movimiento y pasan más cosas, principalmente el salón (salvo en casa de Álvaro Muñoz Escassi ;)).
Espero que este tema gatuno no desanime a los perreros acérrimos que siguen el blog, pero no sólo con perros convive el hombre. Además es que me encantan, flipo con los gatos, es un animal inteligente, atractivo y con una etología apasionante, su conducta está muy influída por su ecología, lo que hace que diseñar un entorno vital adecuado permita su felicidad y evite el surgimiento de problemas. Desde aquí animo a todos los interesados en conducta canina que se animen a estudiar a los gatos, enganchan muchísimo.
Feliz salida y entrada de año para tod@s. El 2012 va a ser el año de la educación canina y el buen rollo entre profesionales de la conducta canina, ya lo veréis.
Hemos hablado en los posts anteriores de la empatía, sincronía y simpatía, y cómo su fin es hacer viable el grupo social facilitando el acceso y distribución de recursos, así como su seguridad. Estos procesos emocionales mueven mucha energía, porque es necesario gran cantidad de comportamiento social para organizar, coordinar y conseguir que un grupo social sea eficaz en su entorno.
Pero ¿qué pasa cuando el grupo social no tiene que coordinarse para cazar porque los recursos se proveen desde fuera del grupo y no es necesario defenderse porque se vive en un entorno controlado? Todos esos procesos emocionales y la energía que mueven ¿dónde van a parar?
Hace tiempo (en 1824, para ser exactos) un físico, Carnot, comprobó que las máquinas de vapor durante un tiempo de trabajo siempre generaban la misma energía, pero parte de esa energía no se convertía en trabajo sino que la “absorbía” la misma máquina (calentándose, moviéndose…) y denominó a la parte de la energía que no podía usarse para producir trabajo entropía (ya sé que a los que sois de ciencia os horrorizo por esta explicación de la segunda ley de la termodinámica, tened paciencia conmigo). Carnot también comprobó que según aumentaba esta entropía el trabajo aprovechable era menor, sin embargo ningún sistema puede funcionar sin un mínimo nivel de entropía.
Por tanto la entropía es la cantidad de energía que genera un sistema (en nuestro caso el grupo social del perro) y no es aprovechable en trabajo útil.
En psicología y, sobre todo, en sociología no tardaron en importar el término para utilizarlo en el estudio del funcionamiento de los grupos sociales, en estas ciencias humanísticas se utiliza con el sentido de “desorden”, y es lógico pues cuanta más de la energía generada para la interacción eficaz se reabsorbe en el grupo más aumenta el desorden y con ello los problemas.
En este momento hay una importante polémica sobre la dominancia y cómo funciona realmente en los grupos de cánidos, parte de este debate se genera porque buena parte de los datos que manejábamos estaban referidos a lobos en cautividad y su conducta social está alterada con respecto a una situación de libertad.
Precisamente ahora sabemos que lo que altera la conducta social de los mamíferos sociales que permanecen en zoos es el aumento de la entropía: toda la energía que produce el grupo social para su funcionamiento no se convierte en trabajo eficaz: no es necesario cazar, ni defender el grupo de agresiones, ¡ni siquiera desplazarse de manera coordinada!, por lo que esa energía se vuelca íntegramente en las interacciones sociales.
¿Cómo afecta el aumento de entropía a un grupo social? Es muy sencillo verlo fijándonos en un programa que basa su éxito en el aumento de la entropía y sus consecuencias: “Gran Hermano” (“Big Brother”). El aumento de entropía en un grupo social se caracteriza por tres factores principales:
- Aumento de la relevancia de la distribución y posesión de recursos y de las situaciones violentas referidas a este tema.
- Aumento de la importancia de las jerarquías y con ello un aumento extremo de las agresiones relacionadas con la posición social.
- Aumento de las relaciones afectivas positivas o negativas, tanto en frecuencia como en intensidad (edredoning y juramentos de amistad/odio eternos).
Esto tiene su lógica, si el grupo social se encuentra en un entorno «natural»: La repartición de los recursos obtenidos utiliza una parte mínima de la energía gastada en conseguirlos cazando de manera coordinada. Las jerarquías tienen un fin principalemente organizativo: sirven para coordinar de modo eficaz las acciones del grupo y darle orden y armonía. Y las relaciones afectivas tienen por objeto mantener la cohesión social, evitando la dispersión del grupo cuando no hay un “trabajo” concreto que hacer en común. Por supuesto sí que surgen agresiones jerárquicas y conflictos por la posesión de recursos, así como relaciones afectivas consistentes, pero el grueso del tiempo y de la atención de los animales no está centrado en estos menesteres.
Cuando se limita el espacio del grupo, se controla el ambiente para que sea seguro y se “regalan” los recursos, la importancia de su posesión, la posición social y las relaciones afectivas son las ÚNICAS conductas sociales que resulta posible llevar a cabo y, razonablemente, recogen una cantidad de energía diseñada para objetivos sociales mucho más ambiciosos. Imaginemos que cogemos la energía destinada a mover un tráiler y la aplicamos a un Vespino, es más que fácil que reviente o se salga en la primera curva, y es por esto que todos los que salen de “Gran Hermano” dicen, y tienen la razón científica en la mano, que en “La Casa” todo se vive más intensamente.
Pero esto nos lleva a un pequeño problema: quienes plantean que el estudio de las interacciones de los lobos en zoos no son válidas para hacer homologías con el perro doméstico porque dichos lobos se encuentran en una situación que es generadora de estos problemas, olvidan que la mayoría de los perros domésticos no tienen que trabajar coordinadamente con su grupo social para conseguir ningún recurso, ni tienen que contribuir a ninguna defensa del grupo, en realidad no necesitan coordinarse con su grupo para nada. Así que la mayoría de los perros «de casa» sí que se encuentran en situaciones de entropía y esto causa un alto número de problemas con respecto a los puntos antes descritos.
Por ello la realidad no está con los que tienen una visión del perro como un continuo retador cuyos instintos le llevan a buscar una posición dominante en su familia, ni tampoco con los que opinan que no existen estos problemas en absoluto. Como sucede en tantas ocasiones, existe una explicación menos militante pero más consistente a nivel científico: el aumento de la entropía, lo que explica que muchos de estos problemas se den en perros de razas sin un fuerte carácter, pero que por su labor única de perros de compañía casi no salen de casa ni interactúan con congéneres ¡no hablemos ya de trabajar!
Así pues, en lugar de tener que pelearnos con nuestros perros para conseguir vencer en una supuesta lucha por la supremacía o limitarnos a intentar eliminar el estrés que genera la situación, tenemos una alternativa mejor: darle a nuestros perros un trabajo coordinado con nosotros y que tenga que realizar regularmente, para que utilice la energía social que genera de la manera más adecuada según su etología.
Además debemos tener en cuenta que todos los efectos de la entropía no son malos: el nivel afectivo que los perros pueden mostrar por las personas es superior al que suelen mostrar entre ellos porque nosotros respondemos a sus interacciones afectivas exageradas más (y mejor, pero eso lo dejo para otro artículo, no se me vaya a escandalizar alguien) que sus congéneres ¿O vuestros perros no os piden más mimos y están más cariñosos con vosotros que con otros perros con los que conviven? La explicación está en la entropía: esos espectaculares videos donde leones, cuervos (¡hola Vera!), osos u otros animales criados por personas muestran un afecto superlativo hacia estas, mayor que el que la misma especie manifiesta entre sí, sólo está ejemplificando cómo el aprovechamiento del extra de afectividad que genera la entropía ha sido utilizado inconscientemente por las personas que cuidaban a estos animales para vincularles afectivamente con ellos de manera mucho más fuerte de lo que se unirían a sus coespecíficos en situaciones naturales.
Ahora, imitando al Magic Andreu, me voy a colgar una medalla: Creo que este es el primer artículo o texto en el que se menciona la importancia de la entropía en el comportamiento del perro doméstico, y como creo que en algunos años va a escucharse muuuucho, me permito hacéroslo notar, para que, cuando llegue ese momento, recordéis dónde lo leísteis por primera vez 😉
Después de este tocho (¡y los tres anteriores! Glups :() prometo que los próximos posts serán menos técnicos y más cortos.
En el mundo del adiestramiento algunas cuestiones suelen reaparecer cada cierto tiempo levantando opiniones entusiastas tanto a favor como en contra, una de ellas es el uso de comparaciones entre perros y lobos salvajes.
La polémica sobre perros y lobos es bastante actual en biología, voy a intentar exponer brevemente (pero no me va a salir ;)) cómo está la cosa, para que quien opine lo pueda hacer con base científica.
Hasta hace unos años el perro y el lobo eran considerados dos especies distintas desde el punto de vista de la taxonomía, la taxonomía agrupa a los animales en base a lo cercanos o lejanos que se crea que estén entre sí. La evaluación de esta cercanía evolutiva se hacía tomando en cuenta similitudes y diferencias anatómicas y morfológicas (forma y estructura, vaya). Esta manera de clasificar era un poco “a ojo” y dependía de la perspicacia del analista para interpretar lo que veía. Con este criterio se había separado a lobos y perros en dos especies diferente: canis lupus y canis familiaris.
A partir de los desarrollos en estudio del genoma cambia la manera de categorizar de la taxonomía, los estudios de ADN han tenido como consecuencia la revisión de múltiples especies, cambiando sus nombres científicos para sacarlos o meterlos en una u otra categoría. Esta revisión encontró datos concluyentes para demostrar que el perro pertenecía a la especie “lupus”, por ello las entidades de clasificación taxonómica más relevantes a nivel mundial la ITIS (Integrated Taxonomic Information System) y Mammals Species of the World actualmente clasifican al perro como canis lupus familiaris, una subespecie de lobo.
¿Esto quiere decir que la ciencia nos dice que los perros y los lobos salvajes son iguales y podemos hacer un paralelismo estricto? ¡Ni mucho menos!
La etología actual ha demostrado que la ecología determina la conducta, por ejemplo los lobos ibéricos (canis lupus signatus) se agrupan en manadas pequeñas con una pareja adulta y uno o dos añojos, siendo el máximo observado de siete individuos, lo que hace sus interacciones sociales sencillas y poco evolucionadas en comparación con, por ejemplo, los lobos árticos (canis lupus arctos) en los que se han llegado a observar manadas cercanas a la treintena de individuos, con relaciones sociales obviamente más complejas. Esto lo determina el tamaño de las presas y del territorio vital (home range).
La diferente ecología determina las técnicas de caza, en el lobo ibérico se dan el acecho o la batida según la presa, técnicas que no se dan en otras subespecies de lupus:
Texto tomado de Signatus.org:
Frente a los rebaños domésticos, los lobos suelen actual coordinadamente, poniendo en práctica la técnica del acecho. Si su labor se ve dificultada por la presencia de perros pastores, uno de los lobos se deja ver, atrayendo sobre sí la atención de los perros.
Cuando se trata de capturar conejos, uno o varios lobos actúan a manera de batidores, mientras los demás se mantienen a la expectativa, por lo regular cerca de la entrada de la conejera, adonde la presa acosada acudirá buscando refugio.
También referenciado por faunaiberica.org y animalesenextincion.es
O sea que no todos los lobos se comportan igual, pero es que –además- en los perros se ha dado un proceso de domesticación, proceso que, gracias al trabajo de Belíayev, sabemos que cambia la manera de aprender y relacionarse con el entorno.
Belíayev trabajó con zorros destinados a su explotación para la industria peletera, el planteamiento era que si se domesticaban su manejo sería más fácil y económico. Al cabo de pocas generaciones tenían animales que se dejaban manejar e interactuaban con el hombre de forma amigable, pues bien se comprobó que estos animales domesticados tenían mayor capacidad para el aprendizaje operante, mayor plasticidad social, menor rigidez instintiva y menor afrontamiento cognitivo de los problemas (Beliáyev 1969, 1979, 1981, 1982), además la historia termina bien para los zorros: la domesticación les cambiaba el color y ya no valían para piel 🙂 🙂 🙂
Estas diferencias, entorno vital y domesticación, dan como resultado que todos los autores científicos acepten hoy que lobos y perros son eto-especies diferenciadas (especies que se diferencian por su comportamiento), estas diferencias tan acusadas hacen que cada vez más etólogos planteen una nueva manera de clasificar taxonómicamente a las especies basada en trayectorias evolutivas diferenciadas, como sucede con el perro y el lobo o con las ballenas francas del Atlántico Norte y del Pacífico.
Tomando en consideración estos criterios actualmente la ICZN e ITIS admiten como válido para trabajos, comunicaciones y publicaciones científicas el termino canis familiaris como sinónimo de canis lupus familiaris.
Lo que ahora sabemos es que el perro es una subespecie de lobo por su cercanía genética pero una eto-especie diferente porque su ecología (vivir en casita tirado en el sofá y permanentemente abrazado por los más pequeños de la casa) y el proceso de domesticación han cambiado su conducta de manera relevante, poniéndolo en una trayectoria evolutiva propia y diferenciada de los demás integrantes del género lupus, con lo que es válido usar homologías con el lobo para tomar datos de apoyo pero no puede establecerse un paralelismo estricto que ignoraría sus diferencias.
Como casi siempre ni blanco, ni negro.
Enlaces a las entidades citadas:
Hay un texto en castellano que hace tiempo que estoy recomendando a quienes me escriben interesándose por los avances y nuevos enfoques de la etología.
Siempre le digo a la gente que es el libro que hoy más ofrece en un sólo texto, si sólo pudieras leer un libro y quisieras una visión muy actual y amplia esta es la elección en castellano.
Os copio el texto que le envié a un colega que me preguntó por libros de etología:
Hola Pedro
Después de Miklosi (o antes) creo que es muy interesante, «Comportamiento Animal, un enfoque evolutivo y biológico» por incluir una visión muy actual de la etología, leerlo te dará una buena impresión de lo actualizado de tus conocimientos.
Además al final de cada capítulo incluye un breve apartado titulado «cambios de perspectiva» en el que hay tres recuadros: el primero «pasado» incluye las ideas antigüas y ya superadas, el segundo «presente» lo que hoy sabemos y el tercero «futuro» los actuales interrogantes, te dejo una muestra:
Del capítulo Cognición:
- «Pasado» Los animales no pueden tener cogniciones
- «Presente» Muchos animales no humanos tienen cogniciones simples. Algunos poseen cogniciones complejas o rudimentos de estas.
Del capítulo Genes y conducta:
- ‘Pasado’ El comportamiento de los animales no humanos es mecánico o instintivo; el comportamiento humano es racional y basado en la experiencia.
- «Presente» Todo desarrollo comportamental es epigenético.
Del capítulo Aprendizaje:
- «Pasado»: La capacidad de aprendizaje de los humanos supera con creces a la de los animales no humanos (finales del siglo XIX)
- «Presente»: La mayoría de las capacidades de aprendizaje son de dominio específico. Los humanos son superiores a los demás animales en algunas capacidades de aprendizaje e inferiores en otras.
Te dejo descubrir por ti mismo el «futuro» de estos capítulos y el resto del libro.
Ed. Mc Graw Hill
Autor: Richard Maier.Un saludo.
Os dejo un enlace al libro en la tienda de Díaz de Santos:
Además es un texto muy fácil y ameno, no como los ladrillos que os puse en los enlaces 😉
Me han preguntado varios compañeros por algunos términos que estoy usando en los últimos textos que estoy publicando (epigenético, gestión del entorno…), como muchos de ellos pertenecen a la biología evolutiva del desarrollo, que es uno de los campos que actualmente más estoy estudiando y aplicando, os dejo unos enlaces en castellano sobre este área de estudio.
Os aviso que son «ladrilletes», pero creo que es bueno tener la referencia para que los más grillaos de esto se lo puedan estudiar.
- http://es.wikipedia.org/wiki/Biolog%C3%ADa_evolutiva_del_desarrollo
- http://www.encuentros.uma.es/encuentros100/evodevo.htm
- http://www.dei.uc.edu.py/tai2001/computadorasadn/comportamientos.htm
Un saludo.