Taurismos por argumentos. ¡No, hijo no!
Publicado el 27 de abril de 2016
Taurismo es el término que uso para definir las ideas recurrentes que se usan como argumentos para validar la tauromaquia a través de asociarla con elementos positivos y deseables que no son consustaciales a dicha actividad.
Esas frases, con aparente sustancia, te las sueltan en el debate, hacen ¡zas! y aparecen a tu lado, y, como de repente, te encuentras discutiendo sobre cosas que nada tienen que ver con aquello de lo que estabas hablando inicialmente, y que se refería a que eso de putear en gordo a un toro pá echar la tarde estaba como que mal.
Caer en discusiones sobre los taurismos es una maniobra envolvente, porque nada puede ser validado intrínsecamente por consecuencias positivas de segundo nivel. Esto es un razonamiento tramposo, una falacia, que, en realidad, permitiría validar cualquier cosa: un genocidio para acabar con la superpoblación o generar demanda de munición, que los gobiernos de países que producen drogas nacionalicen y legalicen su producción para mejorar su PIB… Por ello no tienen cabida y no deberían usarse en el análisis ético de ningún fenómeno.
Sin embargo, una y otra vez los animalistas caemos cual pardillos en esta red de argumentos que no lo son, dedicando una energía excesiva a intentar desmontar estos taurismos, cuya validez es, en realidad, completamente indiferente.
Creo que la mejor solución es verlos con un poco de perspectiva y bastante humor, así que creo que es buena cosa ir viendo post a post algunos de ellos.
Y tenía que empezar por uno de los más grandilocuentes:
“El arte de la tauromaquia”
Que plantea que los toros deben perpetuarse por su valor artístico.
Bueno, este suele ser de los que más nos encienden a los animalistas, tanto que tenemos el eficaz eslogan contrario: “los toros ni arte ni cultura” (del taurismo que asocia cultura y toros hablaré en otro post).
Las descalificaciones de incultos entre quienes se oponen a los toros y sus defensores son frecuentes y suelen molestar a ambas partes.
Pero ¿qué tiene que ver el valor artístico de algo con su validez ética?
Básicamente nada, caer en el debate del valor artístico es dejarnos llevar a una discusión de snobs estetas, porque nos moleste que nos llamen incultos gente cuyas ideas nos parecen espantosísimas de la muerte. Y ya la hemos cagado, en realidad estamos discutiendo por nuestra autoimagen más que por el animalismo.
Seguro que en la Roma imperial había un grupo de pedantes que se consideraban la élite intelectual intentando impedir la abolición de la lucha de gladiadores aludiendo a sus valores artísticos. Y seguro también que conseguirían arrastrar a mucho abolicionistas, desde sus posturas correctamente basadas en el sufrimiento y la muerte, a un debate cultureta digno de un programa de Dragó sin más sentido que ambas partes puedan conseguir ser super brillantes al exponer sus argumentos.
Porque en realidad nadie se cree ni por el forro que el valor artístico de nada anule sus consecuencias éticas.
Vamos, que no me imagino a los defensores del valor artístico colgando a sus hijos de los pies y desangrándoles en un cubo porque Picasso les dijera que con las últimas gotas de su sangre conseguiría un rojo incomparable, ni promoviendo que su pareja pase la noche con los Rolling, que eso les inspiraba mucho y el concierto del día siguiente iba a salirles fetén.
Así que pasando bastante del valor cultural como argumento a favor.
Que no nos cuelen taurismos por argumentos en los debates y que nos cuenten mejor cómo va eso de hacer sufrir y matar a unos cuantos toros como alternativa a irse al cine.
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