Click or Think? La tirita antes que la herida.
Publicado el 26 de junio de 2015
En su imprescindible libro Genios, Brian Hare, director de Dognition y creador del Duke Canine Cognition Center (primer centro de investigación de la cognición canina que se ubica en y como parte de una universidad) habla de su sorpresa cuando le invitaron a dar una charla sobre la cognición canina en un conocido fórum estadounidense de adiestramiento canino y descubrió que muchos de los ponentes promovían el uso del entrenamiento con clicker.
Brian escribió cosas como: “Se proyectaron diapositivas de hacía décadas en las que se veía a ratas y palomas en cajas de Skinner”, “a continuación vino una oda a B. F. Skinner por haber descubierto los principios universales del aprendizaje” “Los clickers habían vuelto a la palestra”.
Todo esto le causó una sensación que describe perfectamente: “Fue como si una nave espacial hubiera aterrizado y un montón de alienígenas hubieran bajado de ella para anunciar que nos iban a llevar a los años cincuenta”.
Brian señala en su texto que no hay ninguna evidencia científica de que el clicker acelere o mejore el entrenamiento canino, habiendo un único estudio comparativo entre adiestramiento con clicker y enseñanza de la misma destreza sin clicker, trabajo en el que la velocidad de aprendizaje fue igual entre los perros que aprendían sólo con un reforzador primario y aquellos a los que “marcaban” la conducta con el clicker antes de entregar dicho reforzador. En esta única investigación el clicker no mostraba ningún beneficio.
Es bien sabido que estas ideas han llevado a Brian a tener duras polémicas con entrenador@s con clicker tan reputados como Jean Donaldson (cuyo libro El choque de culturas nos parece bastante nocivo para la comprensión de los perros y de la manera de relacionarnos con ellos a la mayoría de autores relacionados con la cognición canina, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión).
En la misma línea, hace poco Claudia Fugazza publicó un estudio comparativo enseñando algunas destrezas a perros con Clicker Training (entendido este como moldeado libre) y a través de Do as I Do, una técnica de aprendizaje cognitivo basada en la imitación. El resultado es que el aprendizaje con la técnica cognitiva resulta más eficaz.
Y ahora nosotros publicamos una entrevista con Juliane Kaminski, autora de «The Social Dog: Behaviour and Cognition» en la que dice que usar el clicker no tiene sentido en la educación de un perro, que los perros entrenados con clicker parecen mostrar menos capacidades de resolución de problemas y que, de hecho, han tenido que rechazar en la investigación cognitiva perros entrenados con clicker porque parece que este entrenamiento les impide hacer inferencias complejas para resolver una situación, o sea: que parece empeorar las capacidades cognitivas de los perros, incluso que podría destruirlas de manera permanente (todo esto a partir del minuto 28 aproximadamente). Afirma que el entrenamiento con clicker «reduce al perro a algo parecido a una máquina». Tan relevante resulta esta situación que actualmente se está llevando a cabo una investigación sobre cómo afecta negativamente el Clicker Training a las capacidades cognitivas, sociales, emocionales y comunicativas de los perros, como también menciona Juliane en el video.
En EDUCAN ahora mismo estamos colaborando en un proyecto de investigación internacional sobre mejoras técnicas y éticas para el entrenamiento (que espero poder contar en detalle en unos mesecitos) y la única condición que se nos ha puesto desde la dirección del proyecto, que parte de investigadores de la cognición animal, es que los perros que preparemos no pueden ser entrenados con clicker. De hecho las palabras fueron: “Que no hayan escuchado un clicker en su vida”.
Joder, qué fuerte.
¿Qué nos pasa a los cognitivos con el clicker? ¿Es tan “malo” como parece sugerir todo lo que he escrito?
En el mundo del perro tendemos a los bandos, y esta progresiva descalificación del Clicker Training por parte de “los cognitivos” ya ha causado enfrentamientos y frentismos en EE.UU. y otros países, en donde se ha llegado a excesos como tildar de maltratadores a los entrenadores que practican Clicker Training, con la furibunda respuesta que era esperable por parte de quienes lo usan.
El objetivo de este artículo es, si no evitar la polémica, porque muchos en nuestro sector parece que se “nutren” de la confrontación y que les encanta, al menos minimizar la tensión entre los entrenadores razonables de ambas tendencias antes de que entremos en (otra) lucha absurda, debilitante y creadora de división. O sea, lo del título: poner la tirita antes de que llegue la herida.
En primer lugar deben mencionarse los argumentos en contra del clicker que aportan los cognitivos.
Un primer argumento, que es muy repetido y resulta injusto es descalificar al clicker por ser arcaico. Sin duda es cierto que es una herramienta antiquísima a nivel de tecnología del comportamiento, entiendo que a Brian y a otros investigadores de la cognición les pueda causar la misma sensación de anacronismo que un teléfono fijo con disco de marcar a un adolescente. Y desde luego no ayudan aquellos entrenadores que lo publicitan como la herramienta del “entrenamiento moderno”, y que deberían ser más cautelosos o precisos en sus expresiones.
Pero más veterana es la correa y aún no hemos encontrado nada que la sustituya para llevar al perro de manera segura y cómoda en determinadas circunstancias. Su antigüedad no es per se un motivo para descalificar al clicker y cuando escucho a alguien usar seriamente este argumento me parece que se roza el esnobismo intelectual.
Sin embargo sí existen una serie de argumentos consistentes, basados en los conocimientos actuales sobre las capacidades emocionales, cognitivas, sociales y comunicativas de los perros, que muestran riesgos reales en determinadas maneras de usar el clicker, principalmente el moldeado libre, que es el que, con algunas variaciones, siempre se ha defendido como mejor y principal forma de enseñanza con clicker desde los sectores más “ortodoxos” de uso de esta herramienta.
Veamos cuáles son esos riesgos:
Sufrimiento emocional del perro.
Cuando los perros se encuentran en situaciones de interés en las que no saben cómo actuar y están acompañados por personas queridas, emiten señales sociales intencionales para buscar su ayuda y apoyo. El perro sufre cuando ignoramos estas señales, como recomiendan algunas escuelas que plantean entrenamientos de moldeado libre sin que el entrenador o propietario se dirija al perro, sin responder a sus señales con información social de ningún tipo, sino “quedándose como un palo” y emitiendo información solo con el clicker cuando el perro realiza alguna aproximación a la conducta deseada.
También causa sufrimiento emocional el proceso de reforzamiento diferencial que implica avanzar a través aproximaciones sucesivas, pues antes de ofrecer el siguiente avance el perro debe extinguir el anterior, y hoy sabemos que los procesos de extinción de conducta causan altos niveles de estrés y ansiedad, más que el reforzamiento negativo en muchos casos. No entraré a exponer y valorar el peligro adicional de que el perro, una vez entrenado, pueda ofrecer conductas parciales en situaciones de estrés, iguales a alguna de las aproximaciones que se han premiado, porque es un problema técnico para la calidad del entrenamiento y no un riesgo para el perro.
Atrofia de las capacidades de comunicación social y deterioro de la relación afectiva.
Que no respondamos a las señales sociales de nuestro perro y que no emitamos información social durante las sesiones de moldeado libre tiene otro efecto potencialmente más grave que el sufrimiento durante la sesión: y es que el perro, viendo que su comunicación social no es recibida y que, a su vez, el entrenador no le emite ninguna información social tienda a extinguir esta forma de comunicarse. Con lo que el perro empeorará una de sus más impresionantes y potentes capacidades cognitivas sociales: la de comunicarse con nosotros como individuos queridos. Este es un riesgo real, severo y que puede empeorar para siempre tanto nuestra relación con los perros, como su capacidad de aprendizaje, puesto que hoy sabemos que el aprendizaje social es de los más «potentes» en nuestros compañeros.
Además esto impide un entrenamiento cooperativo, en el que el perro sepa que puede informarnos sobre sus emociones y capacidades durante el afrontamiento de una situación. Sin señalética social sus únicas posibilidades son hacer o no hacer y esperar nuestra respuesta. No podemos sostener su estado emocional con señales sociales para trasmitirle calma y seguridad, el perro está solo para afrontar la situación.
Esto «semaforiza» al entrenador, que para estas propuestas de entrenamiento idealmente sería un emisor de clicks y comida para el perro, al menos en las etapas iniciales de enseñanza, las que suelen generar más estrés y más demanda de apoyo. Una tristísima relación que, como dice Kaminski en el video, puede ser necesaria para el entrenamiento de animales no humanos, que no tienen relación social con las personas, no comunicándose con nosotros en este plano, pero que empeora las capacidades sociales de los perros e imposibilita que el entrenamiento pueda basarse en el afecto y confianza entre perro y entrenador. De hecho en algunos foros de clicker se ha llegado a publicar y difundir la idea de que cuando un modelo de entrenamiento o un entrenador hablan del afecto como elemento de trabajo están saliéndose de un modelo de adiestramiento científico ¡Lo juro!
Atrofia de las capacidades cognitivas de prospección e inferencia.
Esto es a lo que se refería Kaminski en el video, hoy sabemos que los perros no solo aprenden por asociaciones, sino que son capaces de hacer inferencias de manera que su conducta busque intencionalmente un fin. Esto, que puede parecer un tanto ambiguo puede verse en los siguientes vídeos:
Perro buscando cómo alcanzar su pelota naúfraga.
Whippet planificando una siesta en su mantita.
Estos perros intentan alcanzar un objetivo concreto y reconocible (un refuerzo referencial, que ahora veremos lo que es) con su conducta, no la emiten aleatoriamente, sino de manera prospectiva para alcanzar dicho objetivo. Obviamente evalúan la eficacia de la conducta según les acerque a él.
Este es el tipo de cosas que se investigan en cognición, cómo el perro es capaz de hacer inferencias sobre lo que su conducta causará en el entorno. Cómo resolver la situación.
¿Y por qué esto se afecta con el clicker? ¿No nos han dicho una y otra vez que las sesiones de moldeado libre precisamente potencian la capacidad del perro para “pensar” (un término sorprendente por parte de quienes defienden un modelo conductista de entrenamiento)?
Bueno, pues sí y no.
Es cierto que hace que el perro genere mucha conducta, pero no es conducta prospectiva sino pruebas «a ver qué pasa, a ver qué hace sonar al clicker». El perro piensa sí, pero en un nivel muy, muy básico. No hay aprendizaje inferencial, no hay interacción para modificar el entorno de manera planificada e intencional…
Para verlo partamos de uno de los conceptos importantes para la cognición, que menciono en mi último libro: los reforzadores referenciales -imprescindibles para hacer inferencias- que son aquellos que no se limitan a aparecer de manera consecutiva a la conducta del perro, sino que además guardan una correspondencia lógica y directa con el objetivo, correspondencia que es perceptible por el perro, permitiéndole planificar y elegir un rumbo conductual que previsiblemente le ayudará a modificar el entorno de manera propositiva para obtener dicho refuerzo.
Por ejemplo, el perro del video que quiere agarrar la pelota en la piscina o el cachorro de whippet que busca salir de su encierro para tumbarse en la toalla pueden proyectar que determinadas conductas les permitirán alcanzar estos objetivos, los refuerzos referenciales: alcanzar la pelota/tumbarse en la toalla. Como estos refuerzos son de este tipo especial, refuerzos referenciales, ayudan al perro a generar conductas intencionales dirigidas de manera prospectiva y proactiva hacia alcanzarlos. Esta es la cognición de calidad.
El clicker es un reforzador no referencial. El perro no puede proyectar qué conductas lo harán sonar, desea que suene, pero no puede diseñar una estrategia conductual para conseguirlo. Por tanto se ve obligado al juego de “frío” (no suena el click), “caliente” (suena el click) probando una conducta tras otra e intentando ver cuál consigue hacer sonar el clicker, con lo que la conducta no puede ser prospectiva, no hay planes, solo pruebas al azar. Un avance a tientas hacia un objetivo oscuro para el perro, un objetivo que solo está en la mente del entrenador.
El perro más bien aprende a ignorar el ambiente que a manipularlo a su favor, pues no le ayuda a predecir ni a planificar qué hacer. Además su evaluador de éxito es solo el click. Es como danzar para un dios misterioso esperando que nos envíe una señal para indicarnos cuál de nuestros pasos de baile le ha satisfecho. Le “robamos” al perro el control de su entorno, su capacidad prospectiva y le decimos que depende de fuerzas invisibles y caprichosas para saber cuándo su conducta es adecuada o no.
Es por esto que perros que han trabajado con clicker a través de moldeado libre no funcionan en los experimentos de cognición, cuando se les plantean situaciones en las que deben deducir qué hacer analizando su entorno y generando conducta prospectiva no lo intentan, sino que prueban conductas no relacionadas con la situación, esperando a que suene el click, y cuando no lo hace se frustran y no buscan soluciones proactivas. En lugar de analizar la situación para resolverla empiezan su danza esperando hacer algo que agrade al misterioso Dios del Clicker.
Sobreexcitación al obtener el refuerzo
Me hace notar mi amigo David Ordóñez de Perruneando, que he soslayado un problema. David es una de las personas que, en mi opinión, que podría ser parcial por el cariño que le tengo, más está haciendo avanzar en nuestro país las Intervenciones Asistidas por Perros hacia el ámbito de la seriedad y la consistencia científica. Es, junto a Rafael Martos, el artífice y «padre» del Máster Universitario Oficial en Intervención Asistida por Animales por la Universidad de Jaén y la Universidad Internacional de Andalucía, único título oficial del área en España.
Sobre este tema dejo el enlace a un post del blog de David donde lo explica requetebién. David me recuerda que otro problema potencial del clicker, muy importante en su área de especialización, las Intervenciones Asistidas por Animales, es la excitación que genera en el perro. Y tiene toda la razón del mundo. Me apunto un negativo por negligencia involuntaria, edito el post y lo explico:
La forma de responder cuando obtenemos un refuerzo referencial y uno no referencial, que no podemos prever cuando aparecerá, es diferente. Al alcanzar un refuerzo referencial se consigue lo que se preveía conseguir, el whippet llega a su mantita, el perro del otro video obtiene la pelota. Como su conducta está dirigida a este fin no hay sorpresa al alcanzarlo, de hecho, según se realiza la conducta el perro va viendo si está saliendo bien o no. Esto hace que al lograr el objetivo el perro «cierre» la excitación, que ha sido necesaria para alcanzar lo que deseaba.
Sin embargo, durante los moldeados libres, el perro no sabe qué conducta hará sonar el clicker por lo que cuando lo hace no se calma sino que se excita por haber acertado, puesto que no sabía qué era lo que le haría lograr que sonase. Esto es incompatible con la calma.
Además, según postula la misma Karen Pryor, existe una reactivación de la parte emocional del cerebro al sonar el clicker, que aumentaría la alegría, lo que se traduce en excitación. Esto puede ser un problema para trabajos, como menciona David, que requieran tranquilidad de ejecución o bien para perros fácilmente sobreexcitables.
Hasta aquí vemos que sí existen problemas severos que parecen justificar la poca simpatía de los científicos y entrenadores interesados en la cognición canina hacia el Clicker Training. Pero es que las cosas no son ni blancas ni negras, como suele suceder.
Porque se pueden tomar algunas sencillas precauciones que nos eviten estos efectos nocivos del clicker, mientras que nos permiten seguir aprovechando sus ventajas.
1- En primer lugar las sesiones de moldeado libre estricto solo serán nocivas si constituyen el grueso del entrenamiento del perro, pero si la mayoría del trabajo se hace con protocolos que no incluyan el clicker y que impliquen a la comunicación social como herramienta de relación y avance no supondrá un problema usarlo para las destrezas concretas que lo requieran. Mientras sea un porcentaje pequeño e informemos al perro de cuándo trabajaremos sin comunicación social, para que sólo la abandone en dicha situación, podremos evitar los problemas antes mencionados.
2- También podemos incluir la comunicación social bidireccional dentro del trabajo con clicker, lo que hace “daño” afectivo al perro es la propuesta clásica en la que el entrenador solo activa el click y da la comida. Pero si modificamos esa práctica estricta, caduca y nociva, introduciendo señales sociales por nuestra parte y respondiendo a las del perro podemos minimizar el riesgo enormemente. En este aspecto debo decir que las propuestas innovadoras de entrenamiento con clicker que se han diseñado en España, incorporando motivaciones sociales y pautas emocionales en sus protocolos, y que están muy siendo difundidas, son un paso de gigante e infinitamente más actuales, eficaces y saludables para los perros que las espantosamente rígidas que nos suelen llegar de los países anglosajones, y que son las que han dado lugar a las acusaciones de maltrato emocional que mencionaba antes. Si la propuesta de trabajo con clicker es igual para una gallina que para un perro la cosa va mal.
3- Deberíamos plantearnos usar el clicker sólo para la enseñanza de aquellas habilidades que realmente lo necesiten, por resultar conductas que muy difícilmente el perro nos ofrezca o podamos inducir, evitándolo en los procesos educativos que regulan la relación del perro con sus personas queridas. Al final la cosa es tan sencilla como usar una herramienta como tal y no como una forma de trabajo universal, puesto que ninguna herramienta es una forma de entrenamiento en sí misma.
Con las anteriores precauciones podremos evitar suficientemente los efectos adversos del clicker a nivel global, aprovechando su utilidad como herramienta de adiestramiento, pero algunos problemas como el estrés del trabajo por aproximaciones sucesivas (no el del aprendizaje, que es conveniente e inevitable, sino el debido a los procesos de extinción de las aproximaciones anteriores, que es el chungo) o el aprendizaje de conductas en segmentos no pueden separarse del trabajo de moldeado libre o dirigido, aunque podamos minimizarlo a través de responder a las señales sociales de los perros y de trasmitirles a nuestra vez comunicación social tranquilizadora.
Otros aspectos como la falta de referencialidad del refuerzo sencillamente no pueden suplirse, porque se desvirtuarían los mecanismos que hacen eficaz al clicker, pero es que en el entrenamiento del día a día también necesitamos enseñar al perro cosas que no pueda deducir del ambiente y por ello no siempre es óptimo el uso de refuerzos referenciales.
Lo que debemos hacer es recordar que un entrenamiento moderno debe actualizarse con los nuevos conocimientos, ni la actitud ética ni el avance técnico están en las herramientas. Hay que desecharlas o cambiar su forma de uso cuando descubrimos nuevas cosas sobre cómo afectan o influyen al perro más allá del aprendizaje de destrezas. Porque lo más urgente para los entrenadores pueden ser la conductas, pero lo más importante para los perros es el bienestar, el desarrollo saludable como animales sociales y el acceso a la felicidad.
El entrenamiento con clicker es viable e incluso divertido y saludable mientras suponga una pequeña parte del entrenamiento, pero cuando es la principal manera de enseñar, de educar y de relacionarnos con los perros puede causar problemas y dar lugar a disfunciones afectivas, emocionales, sociales y cognitivas.
Winston Churchill decía que un fanático es alguien que nunca cambia de opinión, sin importar los datos. No seamos fanáticos, el clicker sin duda e históricamente ha ahorrado mucho dolor físico y emocional a los perros, pero es el momento de intentar avanzar un paso más, de hacerlo un poco mejor que ayer. Sabiendo que lo que ahora hagamos dentro de unos años será modificado o abandonado porque sabremos más y podremos mejorarlo. La ética es continua, pero la técnica es temporal, tiene fecha de caducidad.
No es justo ni razonable etiquetar como sospechosos de mala praxis a quienes utilizan el clicker, entendiendo que sigue siendo una herramienta útil para el entrenamiento (y creo que lo será durante largo tiempo, al menos para algunos tipos de entrenamiento) siempre que limitemos y afinemos su uso, asegurándonos de aprovechar los beneficios que ofrece y evitando a la vez sus peligros para los perros que entrenamos.
Pero debe entenderse también que, al no ser el clicker una herramienta cognitiva por estos riesgos y por no aportar prácticamente ninguna ventaja a la hora de «tocar» la capacidades cognitivas (objetuales y sociales) de los perros, quienes investigan estas áreas y no entrenan perros vean el clicker con cierta antipatía y sospecha.
Los nuevos conocimientos redefinen lo que es bueno o malo para los perros durante su entrenamiento, quizá debamos optar por alternativas educativas al clicker en determinadas áreas, en las que su uso deberá restringirse progresivamente, pero tampoco desechemos o demonicemos por completo una herramienta útil y eficaz, incluso necesaria, para conseguir resultados en algunas acciones complejas.
No hagamos bandos con esta situación, debatamos pero no peleemos. Más bien se pueden abrir espacios de diálogo que nos permitan aprovechar los conocimientos y experiencia de entrenadores y científicos de diferentes ópticas.
Porque del disenso sobre conceptos, sobre ideas, y no sobre personas, de la discusión donde se respeta al que piensa diferente y se le presupone la misma buena fe en sus ideas y prácticas que tenemos nosotros en las nuestras, es de donde pueden salir los avances más notables para mejorar la tecnología del comportamiento canino. Y esta es, debe ser, puede ser, una empresa colectiva donde todos podemos encontrarnos.
Gran articulo. No soy persona de muchas palabras. Solo una aclaracion. Me cuesta un poco asimilar y entender los nuevos terminos. El refuerzo referencial comparado con el trabajo de clicker y para que yo me entere es como si el perro fuese directamente a por el «jackpot», sabiendo claramente su objetivo y como conseguirlo con los medios de que dispone en el ambiente. ¿Me equivoco o es asi?
Un saludo Carlos.
Hola Raúl,
El refuerzo referencial no es comparable a nada que suceda durante una sesión de moldeado libre, porque depende de que el perro sepa perfectamente qué quiere hacer, no de que necesite que el clicker se lo diga.
De hecho el efecto del jackpot es el contrario al del refuerzo referencial, nosotros informamos al perro de que lo que ha hecho es muy valioso, lo que le excita. Al alcanzar un refuerzo referencial el perro sabe exactamente el valor que tiene, no existe ninguna sorpresa y lo que hace es calmarse al obtenerlo.
Espero haber sido de ayuda, pero si miras en mi libro (que se que lo tienes) el tema de refuerzo referencial lo expongo con más detalle 🙂
Carlos, muy de acuerdo en la gran mayoría de los planteamientos que expones acerca del clicker.
En lo personal concuerdo en su totalidad con el sentir de Brian Hare y Juliane Kaminski: dudo que esta herramienta tenga siquiera algo positivo para el perro. Para mí el clicker es algo nefasto, por lo que difiero en algunos puntos finales que planteas en este artículo.
Etica y antropocentrismo. Planteas que el clicker podría ser utilizado sólo para la enseñanza de aquellas habilidades algo complejas de inducir o que difícilmente nos ofrezca el perro. ¿Es realmente necesario que el perro aprenda esas habilidades? ¿Es necesario que el perro baile con nosotros, muestre que está avergonzado, compungido, que se ponga en dos patas y retroceda saltando? ¿Es propio de su especie manifestarse de esa manera? Es tiempo que realmente introduzcamos en nuestra relación de entrenamiento y trabajo con nuestros perros aquello del respeto y dignidad hacia estos seres que, al decir de Derr “a esta altura de su evolución, es improbable que consigan vivir fuera del contexto humanos”. Prácticamente somos quienes decidimos qué puede o no puede hacer el perro, tal es el grado de “poder” que tenemos sobre esta tan querida especie que, éticamente, nos obliga a responderles con un trato digno y de respeto hacia ellos. Por el lado del antropocentrismo, muchos se creen eso de ser, el humano, el único bueno en este mundo que además, sabemos qué es bueno para todo ser que habita este mundo. Eso pareciera que nos da la autoridad de dirigir sin cuestionarnos qué podemos enseñarles y exigirles … y cómo enseñarles.
Y copio de tu artículo reciente de ética: “Las intervenciones sobre el comportamiento deben promover en quienes observen y/o interactúen con el animal una imagen digna de éste y concordante con los conocimientos científicos sobre el comportamiento y necesidades de su especie. La intervención sobre el comportamiento no debe dar al público una imagen ridícula, idealizada, demagógica, objetualizada o antropomórfica del animal concreto con el que hemos trabajado o de su especie.”
Lo menos malo de entre lo malo. También planteas, haciendo alusión a una frase de Churchill (cada frase que tenía!). Lo menos malo no es lo mejor, ni siquiera lo conveniente. Me parece que deberíamos optar por lo mejor para nuestros perros y no quedarnos en lo menos malo ¿cuál podría ser la dificultad de no poder optar por lo que es beneficioso para ellos, lo que signifique bienestar, calidad de vida, respeto? ¿Por qué quedarnos en eso de “el clicker sin duda e históricamente ha ahorrado mucho dolor físico y emocional a los perros”? ¿Por qué no ahorrar ahora a nuestros perros el sufrimiento y los riesgos del trabajo con el clicker?. Son diferentes tipos de daño, pero ambos van en detrimento de la relación humano-perro, no creo que porque el clicker no agrega daño físico deba ser aceptado. Rechacemos toda herramienta que vaya en desmedro del potencial de comunicación social que podamos alcanzar con nuestro perro. Los perros, al igual que la mayoría de los mamíferos, son seres sociales. De la misma forma que los afectos son vitales para la vida de los mamíferos, sin ellos no nos sentiríamos vivos (Panksepp). Sin relaciones sociales en todo su sentido, los perros no pueden desarrollarse plenamente. Juliane en la entrevista menciona: si tomas a un individuo que tiene un potencial de ser muy social, de resolver problemas sociales y se le cría en un entorno privado de, por supuesto que no podrá desarrollar su potencial totalmente. Y esto trae implicancias en su bienestar.
Creo que es nuestro deber difundir las nuevas investigaciones, los nuevos estudios, dar a conocer las capacidades cognitivas de los perros, tratar de convencer, de dejar atrás lo que ya está probado como obsoleto, no contemporizar con ello. Este emprendimiento de divulgación como los que realizan instituciones con alcance mundial como DOGNITION, EDUCAN, nos abre una gran ventana para quienes queremos actualizarnos, aprender, conocer, estudiar, para luego aplicarlo de una manera respetuosa en nuestro trabajo con perros, buscando en primer lugar su bienestar.
Y mil gracias por otorgarnos estas oportunidades 🙂
Esa pregunta me la hicieron en una charla y bajo mi punto de vista lo importante no es lo que haga o deje de hacer el perro,si no el interactivo con ellos, comunicarnos socialmente, el que nosotros nos esforcemos en transmitirle que queremos que se haga el muerto y el se esfuerce en entendernos, y si a esto ayuda el clicker bienvenido sea,con las precauciones descritas. El verlo como algo ridículo es precisamente donde radica el antropomorfismo.
Hola Alex,
Como buenos viejos amigos ambos sabemos bien lo que piensa el otro y cómo y porqué lo piensa, que es casi más importante.
Sé que te parece que soy demasiado reformista, intentando cambiar las cosas desde dentro y poco a poco, y sabes que yo creo que eres demasiado revolucionaria, intentando derribar por completo lo que te parece superado.
Y ambos nos leemos con estas premisas 😉 .
Has decidido subir la apuesta, no solo yéndote a una posición más extrema respecto a la utilidad e idoneidad del clicker, sino metiendo en la ecuación a las habilidades caninas, lo que es razonable, puesto que muchas de las conductas que señalo que no se pueden lograr excepto con el clicker y a través de procesos de moldeado se refieren a esta especialidad de entrenamiento.
Me voy a permitir no entrar de momento en el tema de las habilidades caninas y así ir gestionando los temas polémicos de uno en uno, que para mis capacidades ya es bastante. No obstante, entiendo la base de tu argumento, que efectivamente se puede relacionar con mi primer artículo sobre “ética y entrenamiento de animales”: abandonar los entrenamientos que muestran a los animales ofreciendo conductas humanizadas o poco propias de su especie es muy crítico en animales no domésticos, pero no es irrelevante en los domésticos. Una contestación seria requeriría de un análisis cuidadoso y sistemático, que quizá exceda el objeto de este post. Además creo que iré desgranando mi postura poco a poco y en detalle, como me gusta a mí, sobre todo tipo de entrenamientos en los post sobre “Ética y entrenamiento canino”.
Pero sí creo que puede haber algunas conductas puntuales no relacionadas con las habilidades caninas para cuyo entrenamiento sea complicado encontrar alternativas al moldeado con clicker. Usarlo en estos casos me parece algo perfectamente aceptable si se toman en consideración las precauciones que expuse. Podemos tener simpatía o antipatía hacia el clicker, pero no debemos convertirlo en un totalizador, es una herramienta, podemos dejar de usarla en casos de riesgo, pero también adaptar su uso para eliminar ese riesgo y seguir aprovechando sus beneficios operativos. Creo que quienes consideran el clicker una “filosofía de entrenamiento”, en lugar de una herramienta al servicio de una (u otra) filosofía se equivocan. No creo que debamos cometer el mismo error pero desde el otro lado, con una aterradora simetría, que diría A. Moore.
Por supuesto que eso no implica no ir promoviendo nuevas formas de trabajo basadas en los nuevos conocimientos sobre cognición canina, pero las viejas técnicas serán malas por sus consecuencias, no por su antigüedad. Si podemos usarlas sin consecuencias negativas ¡hagámoslo!
En todo caso entiendo tu postura. Como bien sabes 🙂 🙂
Pues, qué te puedo decir… el que sabe de perros y sabe cómo aprenden, sabe lograr objetivos y sacar un perro adelante lo hace CON clicker o SIN clicker 😉 FIN
Bueno Meche,
Yo esto que dices no lo tengo tan claro, creo que muchos entrenadores que únicamente conocen las técnicas concretas para enseñar una conducta y no las bases conceptuales que explican porqué funcionan dichas técnicas se estancan cuando sus herramientas principales quedan en desuso.
Por eso aún hoy mucha gente defiende herramientas y técnicas obsoletas, porque no saben sacar los objetivos adelante sin ellas. La gente se aferra a lo que le ha funcionado, puesto que en su gran mayoría habrán actuado creyéndolo lo mejor, de buena fe y desde el cariño al perro, y no acepta bien que haya cosas mejores. Yo no conozco a nadie que hace veinticinco años en España no usara, yo incluido, los collares de pinchos al entrenar, pero es que creíamos que era lo mejor, casi era lo único. El problema es no cambiar cuando las cosas avanzan.
Por eso es importante no demonizar a quien trabaja de maneras que nos parecen obsoletas, sino ayudar a que conozca otras mejores: cuando se tilda a alguien de maltratador se consigue un adversario y alguien que se cierra al cambio, nos hacemos “buenos” por comparación, pero perdemos la ocasión de ayudarle a progresar, lo que se traduciría en beneficios para los perros. Ya hay demasiada gente interesada únicamente en mostrar lo limpio que está su “karma” comparándolo con el de otros. Pero el objetivo es, debe ser, avanzar juntos. Porque nadie puede hacerlo solo: hay demasiado que estudiar, que funcionalizar, que aplicar…
Debemos entender que la tecnología del comportamiento avanza que es una barbaridad y que lo que hacemos ahora será superado por alternativas más eficaces, respetuosas y éticas. Todos estaremos desfasados en diez años ¡Oh, my God! :-0
Cuando aprendí a utilizar el clicker, pensé que era una herramienta muy poderosa, y ahora mismo lo veo útil incluso para modificar conductas mediante contracondicionamiento. Si es cierto que usándolo en los moldeados he percibido un estrés elevado y he preferido usar el clicker acompañado de lenguaje gestual y en muchas ocasiones de refuerzo verbal, dando apoyo e indicando cierta intencionalidad. Ahora propongo refuerzos referenciales para desarrollar más ese saber pensar que planteáis en el artículo. La herramienta en si no es dañina, es más bien cómo la uso. Puede ser nefasta o útil y productiva. Hasta ahora no he encontrado mejor forma para hacer captura de comportamientos que el clicker (si alguien práctica otra que lo comente, se agradecerá). En la parte que estoy en absoluto desacuerdo es en eso de que genera más estrés que un refuerzo negativo, no lo creó y se que dependerá de cada perro y sus sensibilidades. Pero hacer las cosas por la motivación de la presión y/o la aversión no van conmigo. Llamadme positivista si queréis, jejejej. Si intento eliminar la presión y la falta de cognición con el clicker, no voy a utilizar ese tipo de recursos para generar conductas tampoco.
Como decía Churchil, la ética es atemporal…
Un saludo.
Hola Miguel,
Muchas gracias por escribir, me alegra un montón tener varias opiniones que no coinciden con la mía en este post 🙂 🙂 Eso es de lo mejor que puede pasar, porque promueve el debate y la exposición de todos los puntos de vista. Pero no te creas que la alegría por tu comentario me impedirá defender mi postura 😉
Efectivamente, como bien señalas, el clicker es una herramienta poderosa, todas las que se han usado con profusión en el entrenamiento, buenas o malas, lo son, porque los entrenadores somos pragmáticos y usamos lo que funciona. Nadie niega el éxito de algunos entrenamientos basados en el miedo o el dolor, pero eso no los justifica desde una perspectiva ética. Ya lo decían en Star Wars: «Hay mucho poder en el lado oscuro» 🙂
A mí no me gusta el uso del clicker para la modificación del comportamiento, porque me parece que para esto en concreto hay cosas mucho más eficaces, ya sea desde el conductismo, ya sea desde la óptica de la gestión emocional u otras. No obstante conozco la mayoría de propuestas de trabajo con clicker y exponemos las que nos parecen más valiosas en la formación de clicker que incluimos en nuestro curso avanzado, porque es una alternativa que puede ser de utilidad a los profesionales y no debe hurtarse esa información.
Sobre lo que comentas de que has incluido señalética durante los moldeados, como recomiendo hacer en el post, me parece no solo óptimo, sino frecuente. Te confieso una creencia firme que tengo: un entrenador español no puede ser realmente conductista ni seguir determinados protocolos que bloquean e impiden la conexión social. Para hacer eso hay que nacer anglosajón, aquí CREEMOS que lo hacemos, pero las sonrisas, la gestualidad y toda nuestra manera de sentir a los perros como compañeros nos llevan a salirnos de moldes rígidos que nos convierten en semáforos.
No en vano las propuestas de trabajo con clicker más actuales proceden de nuestro país.
Estoy de acuerdo con que la herramienta no es dañina, sino que lo será su uso. Pero ¡cuidado! esas son las mismas palabras que usan quienes entrenan con collares de pinchos. La frase es cierta, pero que no nos lleve a un relativismo autocomplaciente que encierre en el fondo la idea de “si lo hago yo, como me sale y me gustan los perros está bien hecho”. Esa idea ha hecho mucho daño y es la que ha perpetuado el uso de formas de entrenar que son, EMHO, abusivas y dañinas.
Efectivamente, yo tampoco conozco una herramienta mejor que el clicker para capturar conductas, pero, de nuevo, repites los argumentos usuales para defender el collar de púas que usan quienes practican determinadas disciplinas: que es lo mejor para sacar puntos. Si el argumento de la eficacia al obtener conductas no vale para ellos no puede valer para nosotros.
Lo que parecen mostrar de manera consistente las investigaciones es que los procesos de extinción, y consecuentemente el entrenamiento por aproximaciones sucesivas que implica extinciones de las aproximaciones parciales a la conducta (no el reforzador condicionado, clicker), genera más estrés que algunos castigos positivos o que algunos refuerzos negativos de baja intensidad emocional, esto no es una cuestión de opinión, una vez más mucha gente opina que al usar el collar de pinchos en la enseñanza de conductas el perro no sufre.
Pero estas cosas deben estudiarse a través de medición objetiva, del cortisol u de otras variables mensurables referidas a cómo influye el entrenamiento en la calidad de vida del perro, y no solo en la obtención de comportamientos.
Todos hemos creído, yo el primero, que la extinción era ética y emocionalmente segura, pero la ciencia ha mostrado que no lo es. Por ello una práctica ética debería cambiar, evolucionar, con esta nueva información, puesto que lo relevante es no causar sufrimiento ni altos niveles de estrés y la extinción ahora sabemos que los provoca.
Por supuesto indicar que la extinción es peligrosa no implica, ni lejanamente, volver a técnicas abusivas que estamos logrado desterrar ¡solo faltaría eso!, sino avanzar hacia otras novedosas y respetuosas, que se podrían basar en el reforzamiento negativo de baja intensidad, como el BAT de Grisha Stewart o el CAT de Jesús Rosales.
Una vez escribí que la técnica tiene fecha de caducidad y es la ética lo que resulta atemporal, por lo que estoy de acuerdo con tu cita de Churchill (que por cierto no conocía, pese a que he leído bastante a doble Nobel inglés, así que gracias por complementar mi aforística Churchilliana 🙂 ). Pero creo que precisamente esta idea implica que lo que ayer hacíamos, porque con los conocimientos de entonces era lo más respetuoso y seguro, debe cambiar hoy, cuando descubramos alternativas mejores o la ciencia nos demuestre que lo que parecía inocuo no lo era.
Reitero que me alegra un montón que te hayas animado a escribir y lo agradezco mucho, porque es esto, el diálogo bienintencionado y abierto entre quienes no pensamos lo mismo lo que nos hará darle vueltas a la pelota y avanzar.
Ya basta de que los entrenadores se dividan (nos dividamos) entre palmeros y enemigos de ideas fijas y estáticas sobre el entrenamiento, ya basta de que el sentido crítico esté secuestrado. Los profesionales debemos encontrar los espacios para dialogar desde el disenso, por profundo que sea. Y que haya gente escribiendo en La Caja Verde, estando en desacuerdo conmigo y exponiendo sus argumentos de manera clara y honesta me causa una profunda alegría y un (secreto) orgullo.
Bueno, hace poco asistí a un seminario de etología canina (del lobo) en donde el etólogo me dijo que los lobos (y por tanto los perros) no aprenden por imitación, sino por contagio (respecto a lo comentado por Claudia Fugazza y su Do as I Do).
En cuanto a todo lo expuesto, no suelo usar el moldeado libre en los perros, entre otras cosas porque yo profano, suelo causar mucho estrés a los perros, por lo que no es algo que use. Aún así, creo que el clicker, en mi escaso conocimiento en adiestramiento, es una herramienta muy útil para marcar las acciones de forma más exactas que la simple entrega del premio (o lo que la gente confunde, usar su voz como marcador que viene ser lo mismo que el cliker)
Saludos
Existen diferentes opiniones científicas sobre las capacidades de imitación de algunos cánidos, en ese aspecto tienes abundante bibliografía al respecto y puedes consultar a Claudia Fugazza por mail a su página (está en uno de los enlaces), que está mucho más actualizada que yo y que podrá darte datos amplios para que no dependas del poder de convicción de los ponentes, sino del contraste de estudios objetivos.
Acudo aquí de nuevo, como al responder a María Alejandra, a mi derecho de atender las cuestiones polémicas una por vez, sobre la imitación y los diferentes niveles que pueda haber en unos u otros cánidos se ha publicado recientemente mucha literatura científica, y las referencias permiten ver el estado de la cuestión. Sobre los términos usado para definir y acotar diferentes niveles de imitación es conveniente leer a Bennet Galef antes de adentrarse en el estudio de lo que se ha publicado últimamente sobre imitación (en los últimos diez años), porque suele seguirse su trabajo, el más importante en el área, para referirse a los niveles de imitación que se estudian. Hoy día no es demasiado usual encontrar el término «conducta contagiosa» en estudios sobre imitación en animales.
Sin duda, como ha comentado algún compañero y yo mismo, el clicker es muy valioso para «decirle detente al instante más hermoso» y capturarlo. Esto no implica que no cause otros problemas o que la captura de conductas sea siempre la mejor manera de conseguir un comportamiento.
Desde la óptica cognitiva una señal verbal JAMÁS puede ser como un clicker, salvo que hayamos destruido la capacidad de comunicación social del perro durante las sesiones de entrenamiento con un trabajo inadecuado (al entender de la óptica cognitiva). Porque el clicker es un estímulo neutro que adquiere su valor al asociarse con la comida, mientras que ¡¡mal iríamos si nuestra voz fuera un estímulo neutro!! La voz tiene un valor emocional social «per se», por ello disminuir este valor para que el perro la asocie con la comida, como un reforzador secundario, es un triste cambio en el que todos perdemos y que, en mi modesta opinión, nadie debería hacer.
Un saludo y muchas gracias por escribir.
En mi Facebook personal me han comentado que este post, junto al de ¿Qué es «adiestramiento en positivo»? tienen demasiados tecnicismos, en otros casos puedo estar de acuerdo, pero no en estos dos. Os copio lo que he contestado:
«Entiendo que en determinados temas divulgativos es conveniente rebajar al máximo posible los términos técnicos.
Pero en este caso hago referencia a dos debates profesionales: la búsqueda de una deontología y el análisis de técnicas tradicionales a la luz de nuevos conocimientos de ciencia de base.
En estos casos no creo que deban hurtarse los términos técnicos, pues son artículos dirigidos a profesionales. Estos términos se desarrollan porque es necesario definir de manera muy concreta algunos fenómenos o procesos, por ello usar otros más generales o conocidos hace que se pierda su sentido específico. Encuentro difícil usar alternativas “populares” a prospección, refuerzo referencial o refuerzo diferencial. Creo que todas las opciones distorsionan el análisis técnico.
No creo que aceptásemos bien que nos tratase u operara un médico que no conociese y manejase con soltura la terminología técnica de su trabajo. Yo no me imagino a ningún médico entrando en un debate profesional sugiriendo que el lugar hablar de una talatomía por ultrasonidos usen términos más sencillos. Sí entiendo que en un artículo de divulgación para no profesionales se señale que es una operación de cerebro que no implica abrir el cráneo, pero si un médico no entiende el término técnico… casi mejor cambiar de médico.
En este aspecto creo que al ser los dos post de referencia de ámbito profesional se debe usar la terminología técnica adecuada. Es normal, puesto que alguna de ella es novedosa, no conocerla por completo. Pero es que eso nos pasa a todos, Eduardo muchas veces usa términos conductistas que no conozco con exactitud (o que no conozco en absoluto Emoticono frown , y estoy medio leidito en el tema): pues le pregunto o lo busco. También cuando leo nuevas investigaciones en cognición hay conceptos que no conozco bien, porque son novedosos o se han redefinido. Es algo que no puede separarse del avance, siempre habrá términos nuevos que debamos aprender… y no pasa nada. Más bien me parece un problema alguien que no ha necesitado consultar o incorporar ningún término profesional en los últimos veinte años.
Reitero que comparto plenamente la idea de “rebajar” la complejidad técnica en las publicaciones divulgativas, pero que eso no nos arrastre como sucede con cada vez más frecuencia, que no se exporte esa idea simplificadora cuando impartimos formación para adiestradores. No radical a la formación “for dummies”, que se basa en esas simplificaciones divulgativas, que explica con dos fórmulas generales lo complejo. Esto es válido para hacer accesible nuestra forma de trabajar a un cliente que no desea formación profesional (como yo no deseo que el mecánico del taller me cuente en detalle lo que hará en el coche, sino que me basta y prefiero una idea general), pero quien va a dedicarse profesionalmente al comportamiento canino tiene la obligación de adquirir conocimientos técnicos suficientes y de actualizarlos de continuo, si no está dispuesto a asumir este compromiso… mal va la cosa. Y si le decimos que todo se puede simplificar estamos pecando, EMHO, de mala praxis formativa.
Pero prometo, por mis niños, que son peludos y cuadrúpedos, que limpiaré mi karma de tecnicismos con varios artículos divulgativos 🙂 :-)»
Yo lo que no entiendo es tu crítica a las aproximaciones sucesivas, cuando casi cualquier aprendizaje las tiene y claro que el aprendizaje en sí genera un poquito de estrés que si el perro es capaz de gestionar es incluso positivo. Además extinguir una conducta que no se ha repetido muchas veces ni aprendido consistentemente será mucho menos traumático, no?
Si el perro entiende la manera de entrenar y las aproximaciones son sucesivas de verdad(se basan en la aproximación anterior de manera coherente), no entiendo el problema? Muchos adiestradores irán muy rápido en sus protocolos siendo a lo mejor demasiado exigentes cuando el perro no tiene ni pajolera idea de lo que se le pide, y eso creo yo que no es un problema exclusivo del clicker.
De hecho casi todos los perjuicios que comentas pienso que se pueden dar a parte de en el clicker training clásico en el adiestramiento en general y es genial que se comenten. Es verdad que la gente que entrena con clicker pueden pensar que es «adiestramiento positivo» y sin consecuencias negativas por el mero hecho de solo utilizar premios y me encanta que se vaya siempre más allá.
Hola Raquel,
En el mundo del perro tenemos un problema, las cosas nos gustan blancas o negras y raramente son así. Es cierto que hubo un momento en el que parecía que los perros debían hacerlo todo completo y a la primera, y si había que obligarles a ello pues se hacía como fuera, para así cumplir esa premisa.
Lo cierto es que en los casos en los que una conducta no puede construirse por completo desde el principio sin forzar al perro la mejor, la única elección técnica y ética son las aproximaciones sucesivas.
Sin embargo esto ha llevado al otro extremo en el pensamiento de los entrenadores, que siempre es mejor usar moldeamiento con aproximaciones sucesivas que conseguir la conducta de una vez. Y este es otro error grave.
El moldeamiento con aproximaciones sucesivas NO es el mejor modo de obtener una conducta en todos los casos, como señalan autores tan poco sospechosos de falta de conocimientos conductistas como Miltenberger en “Modificación de conducta”.
Siempre que se pueda lograr con ayudas amables es mejor conseguir la conducta completa de una vez que por aproximaciones sucesivas, porque, además, las aproximaciones sucesivas no establecen una ruta directa desde la señal hasta la conducta, sino que, aunque se introduzca la señal al final como debe hacerse, estarán vinculando a esta un recorrido de aprendizaje con varias estaciones intermedias (las diferentes aproximaciones que hemos ido reforzando y extinguiendo), con lo que existe un riesgo real de que el perro, al solicitarle la conducta, decida apearse en alguna de ellas sin llegar hasta el final del trayecto.
Es importante hacerlo notar, para que se use el moldeamiento cuando corresponde y no como procedimiento por defecto. Por ejemplo, es mejor enseñar con luring cuando es posible con ello completar la conducta deseada que hacerlo con aproximaciones sucesivas, pero si para lograr una conducta tenemos que “forzar” al perro a realizarla contra su voluntad sería mejor usar aproximaciones sucesivas.
El proceso de extinción puede ser muy duro emocionalmente, pero puede serlo menos con un trabajo afinado que evalúe correctamente cuándo avanzar. Esto ya pone un extra de dificultad y, sobre todo, debe saberse para regularse, observarse y diseñar protocolos que minimizen o incluso eviten el problema.
En todo caso en esto a través del comportamiento al entrenar tenemos un evaluador claro del estado emocional del perro: cuando los estallidos de extinción son frecuentes, intensos y de larga duración se estará poniendo al perro en una situación de sufrimiento emocional, cuando estos estallidos sean breves y poco intensos el avance se estará realizando de forma segura.
Sin blancos ni negros 😉 😉
Hola Carlos,
Me ha encantado tu post y me gustaría hacer algunas aportaciones…
Personalmente soy muy critico con todo esto del “Clicker Training” parece que sus promotores se aferren a Skinner y a su trabajo, en lugar de hacerlo al de sus estudiantes Keller y Marian Breland, que ya en los años 60 publicaron en el American Psychologist un articulo llamado The misbehavior of organisms, donde relataban algunos de los problemas del conductismo al sacarlo fuera del laboratorio y ponerlo a prueba con diferentes especies.
Siendo psicólogos mas orientados al desarrollo profesional que a defender ninguna corriente científica, promulgaron la necesidad de complementar las aportaciones de Skinner con los avances de los etólogos de Europa.
Se que te gusta hablar de las innovaciones en la visión acerca del trabajo con animales, pero es que este planteamiento de continuar buscando en otras disciplinas no tiene nada de novedoso, aunque sea propio de l@s mejores profesionales 😉
Con el moldeado libre ocurre un poco como con el aprendizaje por imitación, que no son técnicas de entrenamiento muy productivas.
El aprendizaje por imitación, como sabes, requiere de un protocolo de entrenamiento previo en el animal. Tiempo que invertido en entrenar a los perros para las tareas especificas para las que están destinados resulta en un entrenamiento mas productivo. No nos volvamos locos ahora con el aprendizaje por imitación…
Tiene sentido en el entrenamiento de animales en instalaciones zoológicas, y en el entrenamiento de perros para IAA, que suelen vivir con sus entrenadores y tienes toda una vida para entrenar con ellos. A parte de eso puede ser algo francamente entretenido para el perro y el propietario particular que no tienen unos objetivos de productividad que cumplir, lo que no quiere decir que por eso sean peores entrenadores.
Con el moldeado libre ocurre algo similar, no creo que nadie que pretenda dedicarse profesionalmente al adiestramiento canino se plantee esta técnica como piedra angular de su trabajo. De nuevo Keller, Marian y posteriormente Bob Bailey se preocuparon de difundir entre sus alumnos (que suerte que tengo) que era una técnica no recomendada para trabajar con animales cohibidos dada la presión a la que se somete al animal y que suele ser mas lenta de cara a llegar al resultado final frente a otras técnicas como son el empleo de señuelos o targets (estos si son referenciales 😉 ) en la mayoría de los ejercicios a entrenar.
En relación a lo que comentas de entrenar perros como gallinas… tambien espero que nadie piense que es lo mismo, ni que se entrena igual a un perro que a un león marino, un Jaguar o un Orangután.
Lo que proporcionan los Chicken Camp es una buena base de análisis de la conducta aplicado, que nadie debería entender como la metodología a seguir, pero si la ciencia que ayuda a que buenos planteamientos teóricos no se vayan al traste por un mal planteamiento técnico.
En mi trayectoria profesional me he preocupado mas en entender que es lo que funcionaba de cada planteamiento que en encerrarme en una corriente científica, y los mejores resultados siempre tienen una justificación de las diferentes ramas de la ciencia. Cuando algo cojea por alguna de ellas en algún momento se tambalea, por eso me parece muy inteligente por tu parte tener también una parte de tu escuela destinada a un enfoque mas conductual. Aunque mi programa me guste mas 😉
Nosotros damos mucha importancia a la formación de base en análisis de la conducta aplicado, pero no porque creamos que sea más ni menos importante.
Lo hacemos así porque todavía hay mucho desconocimiento acerca del empleo efectivo del proceso de reforzamiento, y mucha culpa de esto lo tiene el “Clicker Training” que ha difundido procedimientos que nos son apropiados ni desde una perspectiva puramente conductista.
El refuerzo por definición es diferencial y la extinción no es algo malo, lo malo es que al animal le suponga un problema. Algo que suele ocurrir al someter a los animales a esta situación de manera intensiva.
Quizá si los adiestradores de perros trabajasen algo mas con animales salvajes en contacto directo empezarían a afinar más para emplear procedimientos de entrenamiento mas respetuosos.
Lo que comentas sobre la sobreexcitación por la obtención del refuerzo en relación a los perros de IAA tengo que decirte que no me cuadra y no me cuadran dos cosas:
– Por un lado no veo que necesidad hay de emplear puentes (clikcer, silbatos, etc) para trabajar con animales que la mayor parte de su trabajo la realizan estando cerca de ti.
– Por otro lado, trabajo a diario con un gran número de animales empleando puentes con los que esta sobreexcitación no se da. Si que es algo que he visto en diferentes entrenamientos, pero siempre asociado a no estar prestando atención, ni por lo tanto sacando partido, a lo que ocurre entre el puente y la entrega del reforzador, por lo que se suma cierta sorpresa (que dependerá su intensidad de cómo de claro tenga el perro lo que quiere hacer) con la gran excitación que provoca la inmediata llegada del refuerzo.
La cuestión es que la sorpresa no debería ser tanta sorpresa si el perro sabe que esta en el buen camino y a la excitación por la llegada de la comida se le podría sacar mas partido (hay muchos aspectos a trabajar con animales que giran entorno a la excitación que provoca la comida), manteniendo al perro trabajando en unos niveles emocionales mucho mas equilibrados.
¡Un abrazo y a seguir trabajando con pasión!
Hola Carlos,
Antes de responderte un inciso para presentarte a quienes no te conozcan. Sé que no te mola nada que hablen bien de ti, pero toca hacerlo. Te fastidias 😉
Carlos Bueren Tejero dirige Animal Nature y creo que es el único entrenador en España que ha completado su formación con Bob y Marian Bailey (sé que mi amiga Sonia Mirón y otros han hecho sus chicken camps), la formación como entrenador conductista más reconocida del mundo. Imparte formación y realiza actividades asistidas y entrenamiento desde su empresa Animal Nature, competidora de EDUCAN, pero de los competidores que molan, de los que son buenos en su trabajo y buenos como personas.
Considero un lujo que escriba aquí, porque muchas veces los entrenadores caninos conductistas están representados por personas sin formación sobre análisis de conducta consistente, lo que desmerece el enfoque conductista y no lo representa fielmente. Carlos Bueren muestra lo mejor del conductismo aplicado al entrenamiento de animales, y eso merece reconocimiento.
Y ahora al turrón.
Me alegra un montón tu mensaje, con el que estoy de acuerdo en casi todo. Además no es lo mismo con lo que pueda discrepar a nivel conceptual y práctico con un alumno brillante del que probablemente sea el mejor entrenador conductista de la historia, Bob Bailey, que con quienes manejan versiones “for dummies” del entrenamiento conductista.
Creo que muchos de estos entrenadores no se aferran a Skinner, sino a Karen Pryor, que en algún momento me parecía que actuaba como única licenciataria de la marca Skinner. Por supuesto comparto contigo que el trabajo de los Breland/Bailey es mucho más sólido y práctico para obtener resultados reales de calidad, por supuesto sin que sea ineficaz el otro.
Cien por cien de acuerdo en que ni el moldeado libre ni el aprendizaje por imitación son técnicas demasiado productivas. Y no entiendo cómo alguien que haya entrenado alguna vez un animal, y más un perro, no puede verlo solo con conocer cómo son los procesos. Esto relativiza y limita su uso, pero no lo descarta, algo que creo que ha sido más señalado por Claudia Fugazza que por quienes practican o promueven el moldeado libre. En este punto pienso que Fugazza a sido absolutamente sincera y clara respecto a las muchas limitaciones, mientras que de la otra parte y desde determinados fórums han vendido el moldeado libre como un auténtico “elixir milagroso”.
Efectivamente, como tú mencionas citando a Brelands y Baileys, el moldeado libre no es una técnica muy productiva y solo es necesaria en algunas ocasiones, referidas al carácter de los animales o a la complejidad de algunos comportamientos. Cien por cien de acuerdo contigo y con tu análisis en este punto. Me parece necesario que entrenadores conductistas serios y consistentemente formados lo señalen e incidan.
Todos tus comentarios a este respecto me parecen no solo correctos, sino necesarios en una cultura del entrenamiento que parece preferir el conductismo por que puede reducirlo a simplificaciones absurdas. Esto es injusto con quienes han desarrollado una tecnología del comportamiento tan bien estructurada y consistente, algo que tiene que reconocer cualquiera aunque no comparta su base conceptual.
El aumento de excitación por el clicker es un efecto físico inevitable, por la activación respondiente, que llegue a generar sobreexcitación o problemas dependerá mucho de la calidad del trabajo. Es un efecto que no puede ser evitado pero sí puede gestionarse competentemente. Y comparto nuevamente la idea de que ¿para qué usar reforzadores condicionados en esos casos?
Muy contento porque hayas escrito aquí, además me gusta mucho lo que has escrito. Muchas gracias por tomarte este tiempo en responder 🙂 🙂
Yo no tengo ninguna frase de Churchill que aportar, y tampoco ninguna reflexión tan interesante como las que exponen muchos de los comentarios a este post (el artículo me ha encantado, pero el debate en la parte de los comentarios es genial y súper enriquecedor). Yo lo que tengo es una petición de referencias bibliográficas 😉
Me gustaría leer las investigaciones que comparan los niveles de estrés generados en los procesos de extinción con los generados con la aplicación de castigos positivos/refuerzos negativos de baja intensidad durante el entrenamiento.
Por lo demás, repito que me ha gustado mucho leer el post y las opiniones y aportaciones de todos los profesionales que lo habéis ido comentando. He aprendido y he reflexionado un montón. Así da gusto.
Hola,
el artículo es muy extenso y súper interesante. Pero me centro en la parte del moldeado libre y el sufrimiento debido a la extinción.
Al hablar del clicker en el artículo, parece que el problema de distrés esté asociado a esta herramienta cuando realmente lo está al proceso de extinción. Por tanto entiendo que no sería correcto decir que el clicker en sí es un generador de estrés, ya que aunque hiciéramos un moldeado libre marcando con la voz la extinción causaría sufrimiento igualmente.
Dicho de otra manera, ¿es correcto o incorrecto considerar al clicker un generador de estrés per se?
Gracias 😉
Efectivamente, el grueso del distrés está asociado con el proceso de extinción, pero no el total: la reactivación que implica el uso de un reforzador condicionado (escuchar el click en este caso) también genera, por procesos respondientes, un pico de estrés y todo proceso de aprendizaje implica estrés, sería la recuperación de este lo que marcaría el potencial dañino de un trabajo. Pero si, como se propone en el artículo, se toman determinadas medidas, no existe problema en el uso del clicker, que es la idea subyacente.
Hola, la verdad soy nueva en esto del entrenamiento con clicker y no tengo ningún tipo de conocimientos científicos para participar en una discusión tan técnica. Sin embargo, me interesa educarme al respecto, por lo que quisiera saber si estos problemas que se presentan en el entrenamiento con caninos,son similares a los que se podrían presenta en un entrenamiento con gatos. Me parece muy interesante todo esto. Un saludo.
Hola Camila,
Los efectos son diferentes en diferentes especies, esta es una de las bases de la investigación en cognición animal, se puede inferir que elementos como el estrés -vinculado al aprendizaje- o la dificultad para resolver tareas de manera prospectiva, que tiene que ver con el aprendizaje referencial o ciego, sí puedan ser equivalentes, mientras que las que tiene que ver con la vinculación social probablemente varíen, pues la forma de estructura y vinculación social de gatos y perros es bastante diferente.
Un saludo y gracias por escribir 🙂