Estímulos, contextos y situaciones en las intervenciones comportamentales.
Publicado el 3 de mayo de 2016
En mi libro Tu perro piensa y te quiere dedicaba bastante tiempo a explicar qué es y a diferenciar entre estímulos, contextos y situaciones. Esto no era por una vocación de conocimiento, sino porque es algo de máxima relevancia a la hora de intervenir en el comportamiento de los perros. Una pieza de análisis fundamental para definir nuestra manera de trabajar y para llegar a resultados eficaces, en este post anticipo una pequeña parte de mi próximo libro, referido a cómo tomarlo en consideración e incorporarlo a nuestro trabajo.
Los perros tienen una gran facilidad para contextualizar, muchas evaluaciones comportamentales son incorrectas porque se enfocan en los estímulos que anteceden a los comportamientos, cuando en realidad dichos estímulos generan diferentes respuestas según el contexto en el que aparezcan.
Muchas intervenciones comportamentales no alcanzan el éxito debido a problemas de análisis contextual, ya sea porque (1) ignoran que los problemas se dan asociados a uno o varios contextos, ya sea porque al trabajar con el perro (2) crean un contexto de trabajo, en el que el perro actúa correctamente, pero que no se trasfiere a las situaciones problemáticas reales.
Y esto sucede porque, en contra de la idea más popular en nuestra profesión, los perros no están preparados para el aprendizaje únicamente estimular, siempre tenderán a buscar un contexto o situación adaptativa en el/la que encuadrar lo aprendido. Esto es porque los perros son prospectivos, lo que no solo es algo que podamos aprovechar a nuestro favor, sino que determinará siempre su manera de aprender y “encajar” lo aprendido a nivel asociativo en algo más amplio, como la pieza de un puzle, que no tiene sentido en sí misma, sino como parte de algo mayor.
La contextualización impide la generalización. Por eso quienes creen trabajar a nivel únicamente estimular tienen sus mayores quebraderos de cabeza cuando buscan generalizar lo que el perro ya ha aprendido. El intento de que el perro aprenda únicamente asociando estímulos y comportamientos, sin un marco que los encuadre, es inútil: si no le aportamos nosotros un marco contextual o situacional, será el perro quien lo busque y lo determine: las sesiones de trabajo, el lugar de entrenamiento, la presencia del entrenador, la hora de entrenamiento… combinaciones de estos. Y después será muy trabajoso sacar al perro de su proyección contextual.
Además, a mayor trabajo comportamental dentro de un contexto, menor transferencia fuera de él de lo aprendido. Por eso no tiene sentido ponerse a entrenar con un perro sin conocer el contexto en el que aparece, y que provoca, en buena medida, el comportamiento. Si trabajamos un comportamiento problemático fuera del contexto correcto podremos hacer que el perro aprenda otro contexto nuevo en el que actuará correctamente, pero que no solo dificultará, sino que puede impedir por completo, la trasferencia de la mejora al contexto en el que aparecía originalmente de manera problemática.
Es por estas cosas que suele decirse aquello de “con el adiestrador funciona, pero conmigo no”, esto no suele ser debido a la incompetencia del propietario para aplicar las pautas de trabajo, como muy negligente y mezquinamente suelen afirmar muchos entrenadores, sino a la creación de un contexto de entrenamiento fuera del cual el perro no generaliza lo aprendido, cuanto más fuerte sea este contexto, menos trasferencia a otras situaciones lograremos de aquello que le enseñemos al perro.
La mejor manera de evitar la vinculación del entrenamiento con contextos concretos es llevándolo al plano situacional y sacándolo del plano objetual: si pretendemos basar el entrenamiento en la asociación de conductas y estímulos es casi inevitable que el perro genere un contexto de trabajo en el que encuadrará estas asociaciones ¡¡los perros no están diseñados para aprender a nivel únicamente estimular, necesitan encuadrar lo aprendido!! Si subimos el entrenamiento al plano situacional, convirtiéndolo en una forma de relación social competente, que sistematiza la comunicación, el intercambio afectivo y que se basa en relaciones de coordinación social, será funcional en cualquier contexto, sin necesidad de ninguna generalización.
Por otra parte, en los problemas comportamentales que no implican necesariamente a su guía como parte activa, tendremos que analizar el contexto en el que se muestran, definir cómo trabajar en dicho contexto y enfocar nuestro trabajo tanto en la activación del contexto problemático para tratar la situación, como en no crear un contexto de entrenamiento que impida la trasferencia de la mejoría conductual. Por supuesto se puede trabajar puntualmente fuera del contexto problemático para enseñar o iniciar algunos comportamientos que fueran difíciles de generar desde el principio en dicho contexto, pero siempre considerando esto como una sala de montaje de comportamientos que luego debemos utilizar en el contexto correcto, aquel en el que se da el problema.
Porque los perros no son máquinas de comportamiento que se programan a través de asociaciones estímulo/respuesta, sino que buscan comprender activamente el mundo de manera global, si nuestro entrenamiento no les ayuda a este fin siempre será limitado y generará distorsiones cognitivas que minimicen su eficacia.
Excelente!!!!, no veo la hora de tener ese libro en mis manos. Gracias! Carlos. Abrazo grande
excelente nota! gracias! no nos hagas esperar mucho!