Dios está en los detalles (II): Conseguir una llamada eficaz y consistente.
Publicado el 26 de febrero de 2014
Sin duda el ejercicio más relevante del adiestramiento para el manejo y tenencia responsable de un perro es la llamada. Cuando resulta consistente, forma el cimiento para que nuestros compañeros caninos jueguen y corran libremente, pues nos permite recuperarlos y evitar que invadan zonas que pudieran ser peligrosas para ellos.
Pero no es fácil obtener una llamada de calidad. En este post voy a intentar ofrecer algunas claves para conseguirlo.
Buena parte de los problemas se deben a una doble condición, obvia y contradictoria: La llamada es muy sencilla de entrenar en un ambiente controlado, pero después es muy difícil de realizar en la vida cotidiana del perro. Gran parte del quid del éxito en este ejercicio consiste en entender esto de manera profunda y entrenar de manera concordante.
La llamada es fácil de entrenar porque, como acción, no tiene complejidad: acercarse hacia una persona querida que además le entrega un premio (incluso con los sistemas menos respetuosos es sencillo para el perro entender que el “refugio” ante un aversivo está en una persona querida). Cuando les enseñamos a acudir en una sesión de entrenamiento, el guía o el entrenador somos referencias claras y la obtención del refuerzo también es bastante simple de asociar con la conducta.
Pero después solicitaremos la llamada mientras esta jugando, corriendo con otros perros o abstraído en la exploración de una apetecible basura. Esto hace que las dos condiciones que se daban durante su entrenamiento, la referencia social clara y la evidencia de dónde se encuentra el refuerzo de su interés, simplemente desaparezcan. El plano social enfocado en otros perros amigos y los refuerzos que se obtienen al jugar con ellos, buscar en la basura… hacen que se volatilice todo lo que hacía fácil la llamada. Si nuestro entrenamiento se ha basado en una técnica que daba el máximo protagonismo a estos dos parámetros, el ofrecerle un refuerzo individual al acudir y la facilidad de encontrarnos como referencia de llegada, el ejercicio se nos escurrirá entre los dedos.
La llamada puede y debe iniciarse de esa sencilla manera, pero es un primer paso que sin una evolución posterior del entrenamiento a través de trabajos conceptuales, que van mucho más allá de la generalización (tan sobrevalorada como herramienta para dar consistencia a un adiestramiento), no permitirá desarrollar el ejercicio para que sea eficaz en la vida cotidiana del perro.
¿Qué debemos hacer para que el perro que en una sesión de entrenamiento oye “¡Aquí!” y acude con nosotros termine haciéndolo también durante sus paseos? Existen varios puntos que tenemos que conocer y trabajar:
- Refuerza la llamada principalmente a través de actividades favoritas: Igual que un niño cuando está jugando con sus amigos ignorará olímpicamente tu oferta de un helado, el perro no acudirá si el refuerzo principal que has usado para construir la llamada es un pequeño trozo de comida ¿qué es eso frente a la libertad de correr, revolcarse y servirse basura? Aquí aprovechar el principio de Premack es fundamental. Una vez asociada la señal, empieza a llamarle antes de dejarle libre en el parque, de salir a la calle, de hacerle localizar un juguete o de que aparezca su mejor amigo. Esto le da a la llamada un valor contextual y situacional, que es el que puede funcionar después, en las situaciones reales en las que la usarás. Estás integrando la llamada en las circunstancias finales de trabajo.
- Entrena en situaciones de activación emocional alta: Es absurdo pensar que el perro va a realizar la llamada cuando esté excitado si sólo entrenas con el perro concentrado y tranquilo. El contexto emocional es determinante, los mecanismos neurales que el perro utilizará para escucharte, controlarse y acudir mientras corre y juega son específicos y deben ser entrenados para que se vuelvan funcionales. Para conseguirlo búscate “simuladores emocionales” que permitan trabajar con una alta activación emocional: pedirle la llamada dentro de casa cuando es la hora del paseo y está en la puerta deseando salir es una buena manera de hacerlo, cuando acuda correcta y establemente un par de veces le pones la correa y ¡a la calle! También lo puedes hacer antes de entrar al coche para ir al campo. Incluso, si fuera posible, podrías entrenar en el veterinario, siempre que a tu perro no le guste ir, antes de salir le pides la llamada y sólo os vais cuando la haga bien. Entrenando así conviertes la llamada en algo más, en un ejercicio de gestión emocional que mejorará las capacidades emocionales de tu perro. Mejor imposible.
- Convierte el buscarte y llegar hasta ti en un reto: Puesto que la otra gran diferencia que separa las situaciones de entreno de las reales es la facilidad de mantener al guía como referencia, debemos entrenar al perro a localizarnos, esforzarse en llegar hasta nosotros y, además, haciéndoselo divertido. Para ello recomiendo dificultar el acceso a la posición de llegada poniéndole problemas como cambiar nuestra posición, colocarnos de espaldas, escondidos entre arbustos… Llegar hasta ti debe ser un juego divertido, proactivo y que requiera de esfuerzo mental. Esta técnica, que es bien conocida por los practicantes del adiestramiento C-E, resulta ventajosa para mejorar la llamada independientemente de cuál sea nuestro sistema de entrenamiento.
- Estabilidad, estabilidad, estabilidad: Una de las causas más frecuentes del deterioro de la llamada es la inestabilidad. Su aparición es lógica, le pedimos al perro que haga algo en un entorno altamente emocional y está deseando terminar para volver a lo suyo ¿Cuántas veces has visto a un perro hacer la llamada casi con urgencia para inmediatamente salir de nuevo corriendo hacia sus amigos? Esto funciona como una trampa para cazar adiestradores novatos, como vemos que el perro acude con presteza pensamos que es buena cosa permitir esta inestabilidad, dejándole volver de inmediato a jugar, lo que inicialmente activará al perro para venir rápido. Pero si trabajamos así, la inestabilidad se fijará por condicionamiento clásico (me sigue gustando más este término, qué se le va a hacer) y la llamada se irá deteriorando desde dentro, desde el mismo corazón del ejercicio, hasta que el perro se limite a dar un par de pasos hacia nosotros antes de reanudar con entusiasmo lo que realmente quería hacer. Para evitarlo tenemos que conseguir que el perro se estabilice y serene emocionalmente antes de liberarle. Esto se consigue dándole una referencia clara sobre el final del ejercicio cuya realización le requiera y facilite el autocontrol. Lo normal es pedirle que se siente delante nuestro, lo que le desconecta visualmente de la situación. Esto es óptimo para que los perros con una impulsividad baja o media se estabilicen. Sin embargo en perros extremadamente dinámicos, que no pueden dejar de atender a lo que les interesa, esta llegada resulta potencialmente estresante. Para ellos es mejor acudir a sentarse al lado de su guía, de manera similar a lo que sería la posición base de IPO, OCI o Ring, lo que les permite comprobar mediante el tacto que están correctamente situados con nosotros, mientras con la vista pueden controlar lo que pasa, algo importante para que perros muy dinámicos se controlen y estabilicen en un contexto con varios puntos de interés. En ambos casos la calidad y estabilidad del sentado funcionan como evaluadores del autocontrol emocional. Cuando el perro se encuentre estable y autocontrolado es el momento de liberarle y permitirle volver de nuevo a su actividad.
- Renuncia a la perfección: Los perros, como nosotros, tienen días mejores y peores, lo importante es la regularidad. Cuando alguien empieza a plantearse que el perro debe venir siempre, de inmediato, a la primera y suceda lo que suceda, está plantando en su pensamiento la semilla del abuso. El perro debe ser fiable en la llamada, no soy condescendiente con esto porque su seguridad y su calidad de vida están comprometidas, pero si un día está jugando con sus amigos ¿no te parece razonable tener que llamarle un par de veces?
Muy interesante gracias Maestro / un abrazo dsd Uruguay.
Genial Carlos. Y muy didáctico y enfocado a la práctica como dices. Ahora, yo reconozco que es en la orden en la que, precisamente porque está haciendo algo más interesante (y molesto o peligroso) más me toca meter autoridad. O sea, que una vez aprendida y asimilada la llamada también distinguen cuando los llamamos con urgencia porque podemos regular el tono no? Un abrazo
interesante todo pero especialmente el punto 4
Esta entrada me parece extramadamente útil y práctica. Pero en el entrenamiento de la llamada siempre me asalta una pregunta, si el perro nos desobedece en toda regla (suponiendo que el perro conoce bien la llamada) y se va a la búsqueda y captura del conejo como una flecha y nuestra llamada es como oir llover. El perro desaparece, reaparece en lo alto de una colina, le llamas, te mira, se lo piensa, vuelve a darse la vuelta sin hacer caso, … Pero al ratito largo, viene despacito, un poco remolón. ¿Qué debe hacer el guía? Decirle muy bien por que al final está viniendo, no decir nada, mostrar enfado porque hace un rato no ha hecho ni caso?? Y si nos desesperamos y tenemos que ir a buscarlo? Hay que dejarlo estar y volver a entrenar por una segura falta de estabilidad?
Como siempre es un placer leerte.
Un abrazo
Hola Carlos, me ha gustado mucho el post (como es habitual). Me ha encantado en especial el punto 5 (el cual extendería a cualquier otro comportamiento solicitado al perro), puesto que pienso que es un factor que perjudica y mucho la fiabilidad de la ejecución, sobre todo cuando se está convencido de que el perro debe obedecer rápido y a la primera cualquier indicación o petición nuestra, con el consiguiente cabreo o frustración cuando no se cumple a la primera.
Y es que parece que los humanos tenemos más o menos claro que nuestra fiabilidad a la hora de ejecutar nuestras obligaciones dista de ser «perfecta» (por muchos motivos incluso parecidos a los que tiene el perro), pero sin embargo buscamos inútilmente esa «perfección» en el perro. Como bien dices lo que deberíamos tratar de optimizar y maximizar es la «regularidad» y «fiabilidad» pero hasta ahí, porque otra cosa sería buscar un imposible. Cristiano Ronaldo, Messi y otros, seguirán siendo los mejores del mundo, a pesar de que de vez en cuando fallen algún penalti y tengan algún que otro partido «imperfecto», y a estos se les perdona incluso más de un par de veces 😉
Por otro lado, yo incluiría un apartado relacionado con el punto 1, como es el «dejar de llamar al perro para actividades que NO le divierten/gustan», unas porque directamente crean asociación con una actividad más o menos aversiva (llamarle para bañarle, peinarle, etc. cuando estas actividades sean consideradas por el perro como «poco gratificantes») y otras porque crean una asociación con una privación de algo valioso y beneficioso para el perro (llamarle para ponerle la correa y para casa, llamarle para quitarle directamente el palo o «trofeo» que tiene en la boca, etc). Obviamente no me refiero a las llamadas en las que estamos construyendo y manteniendo precisamente el ejercicio, en las que inevitablemente el perro tendrá que renunciar a lo que estaba haciendo, sino a la multitud de ocasiones en las que de forma inconsciente (y otras por gilipollez…con perdón de la expresión), se le llama al perro sin ninguna clase de motivo o como es muy habitual ver en los parques, llamarle única y exclusivamente para ir a casa por ejemplo 🙁
Muchas gracias por estos post tan y tan interesantes 🙂
Un saludo.
E disfrutado muchisimo leeiendo este articulo muchisimas gracias carlis alfonso eres mi referencia
Hola Agustín, muchas gracias por tus palabras. Tengo la convicción de que el conocimiento es dinámico y lo construimos entre todos, no algo que se almacena y se guarda, por ello cada uno de nosotros debemos tomar a los demás como referencias (siempre que hablen y actúen con honestidad e intenciones rectas), eso es lo que nos permitirá el avance. Estamos juntos en esto y más cogidos de la mano de los demás de lo que pensamos.
Un abrazo muy fuerte.
Hola a tod@s y gracias por tomar el tiempo no sólo de leer la entrada, sino de escribir en ella. Algunas de las cosas que habéis comentado me parecen interesantes para hablar más en profundidad sobre ellas.
Juan Carlos y Rafa, pero también Ariel que lo ha hecho por otras vías: Agradeceros el seguimiento del blog y las palabras de ánimo, lo cierto es que es una importante ayuda el recibir apoyo de lectores, pues esto de escribir en la red es algo extraño y uno nunca sabe si lo que hace tiene interés para el lector y cómo lo recibe.
Itziar y Raquel: En nuestra propuesta de adiestramiento la llamada finalmente se le exige al perro, lo que es un tema peliagudo al que prometo dedicarle el siguiente post. Tengo la convicción de que la tenencia de un perro es muy similar a la tutela de un menor, por ello creo que debemos poder exigir aquellas cosas que son necesarias para su bienestar y calidad de vida. Yo, si no me hubieran exigido estudiar y vacunarme, dos cosas que hasta muy mayor no he hecho jamás voluntariamente (aunque a lo de estudiar luego le he cogido el gusto), hoy no sabría escribir (y no me refiero a redactar) y probablemente hubiera muerto de alguna enfermedad que tenemos vencida desde hace más de un siglo. Creo que no querer exigirle nada al perro y desear que lo haga todo voluntariamente es una renuncia de responsabilidad y que a nadie que no esté dispuesto a exigirle al perro algunas cosas (como ir al veterinario, soportar sus pinchazos y exploraciones o… acudir a la llamada) se le debería dejar que tuviese un perro, pues no puede garantizar su calidad de vida y su tenencia será, inevitablemente, negligente. Ahora bien, aunque exigir no es maltratar (es una fea trampa dialéctica igualarlo), es cierto que puede ser una puerta hacia el abuso, precisamente por ello creo que, antes de pensar en exigir la llamada, debemos enseñarla de manera que sea posible, natural y fluido responder a esa exigencia y no de tal manera que entre la situación de entreno y la de trabajo exista tal divorcio que tengamos que recurrir a ningún manejo emocionalmente lesivo para el perro. Por eso soy tan cuidadoso y tengo tantas cosas en consideración al enseñar a venir al perro.
Richard: ¡Me alegra un montón leerte por aquí! Efectivamente, creo que grabarnos a fuego que el perro no actuará siempre de manera perfecta es una máxima imprescindible, pero no sólo como premisa ética, sino como base técnica de cualquier forma de entrenamiento que aspire a la funcionalidad y a la excelencia (aparte de a la racionalidad) en el largo plazo. En una propuesta como la nuestra, que en los adiestramientos para el manejo y tenencia exige al perro hacer ciertas cosas es un imperativo categórico inexcusable. Qué político te veo apelando por igual a Messi que a Cristiano, pero muy acertado en la comparación: la fiabilidad es un rango medido en un plazo y no un punto en un momento. Si no fuera así los campeonatos de adiestramiento tendrían tropecientos ganadores que obtendrían todos los puntos y estarían apretujados en el podio.
Sin embargo, no comparto la idea de no llamar al perro para actividades que no le agradan, puesto que creo en la exigencia, creo que es bueno tener también «simuladores emocionales» que nos permitan llamar al perro cuando no le agrada acudir para que asuma esa exigencia como algo normalizado, nunca he creído que un programa de condicionamiento «tradicional» sea suficiente para una llamada de calidad. Otra cosa es cuando se da una situación que no soporto, y que reconozco que me crispa los nervios y me enfada bastante: cuando alguien sabe que puede exigir a su perro la llamada y empieza a hacerlo sistemáticamente cuando más le fastidia venir, con una mentalidad de «más difícil todavía» o de «ya verás como mi perro lo hace» que es incompatible con una relación sana y con una exigencia saludable. Es como si quien consigue que su hijo se controle al vacunarle, siguiendo con la comparación, dijera «y ahora veréis: niño deja que te corten un dedo sin quejarte y ahora que te hagan una colonoscopia. Fijaos qué bien educado tengo a mi niño. Soy un Supermán, qué leches». Cuando digo que la exigencia puede ser una puerta abierta al abuso no me refiero tanto al uso excesivo o inadecuado de aversivos, que ya no es tan frecuente, como a esto. Cuando exigir se convierte en una exhibición de poder, cuando pedimos al perro que acuda más veces en situaciones en las que no le gusta que en aquellas que son fáciles y positivas para él estamos cruzando una peligrosa frontera.
Sí soy un firme defensor de que cuando es la hora de irse a casa se le debe exigir al perro acudir con nosotros, esto, en mi opinión, permite el manejo fiable y la normalización de la exigencia como parte de la convivencia. Pero, desde luego, llamarle únicamente para ir a casa, sin ser un abuso como el exhibicionismo comentado antes, sí que muestra una objetualización de la relación y del uso del adiestramiento que es insalubre. La exigencia saludable debe estar regida por criterios educativos (por eso el condicionamiento se me queda pequeño para este objetivo), cuando exigir es instrumentalizar la conducta, esperando que el perro acuda a una señal como el que espera que la televisión cambie de canal al pulsar un botón, la persona no está cualificada para la tenencia responsable de un perro o nosotros como profesionales no hemos sabido explicárselo, que esa es otra.
Elena, que me había olvidado de ti (lo siento, lo siento, lo siento…). Yo también pienso que la estabilidad es la base de cualquier adiestramiento de calidad, y aquí no diferencio entre entrenamiento de manejo o deportivo.
Un articulo muy interesante, como todos los que escribes, gracias por compartir tu sabiduria. Es un placer aprender de alguien como tu.
Cómo siempre tu artículo es interesantisimo. No diría que el 5* punto haya sido el más interesante pero si el que más me ha gustado leer, ya que es algo que siempre he tenido en cuenta a la hora de trabajar con un perro. Siempre me ha parecido que para un adiestramiento de manejo se ha de tener la manga (ligeramente) ancha. Si quiero que el perro se quede Quieto y le dejo sentado, a mi personalmente no me importa que durante el tiempo que permanece Quieto, este se tumbe, ya que lo importante e imprescindible es que se quede Quieto. (de hecho suelo premiar ya que, normalmente, demuestra una tendencia a permanecer quieto). Leer tu artículo me ha hecho pensar que quizás no estoy muy equivocado.
De nuevo gracias por compartir tus conocimientos.
Espero el siguiente post entonces! Efectivamente, yo iba por ahí, que pasada la enseñanza y el mantenimiento de la llamada en un perro (no de competi), en el día a día, también hay que exigirle que venga algunas veces, sobre todo cuando está suelto y vienen la amigos de la ley…
Y practico el cognitivo que soy ex_ alumna! 😉
Muchas gracias Carlos por el artículo, excelente!
Cada punto importante, muy bien explicado y para algo que es problema muy común 😉
Solamente echo de menos para «los otros», los «no cognitivos», trabajar sobre el vínculo, el buen vínculo. Los que somos del C-E es la base, pero no necesariamente para quienes trabajan de otra forma y quizás lo agregaría explícitamente como otro punto, sobre todo para acciones como ésta, que implican responder a distancia del partner humano.
Muchas gracias nuevamente!
HE APRENDIDO MUCHÍSIMO DE TUS EXPLICACIONES.
ESPERO SER ALUMNA TUYA ESTE VERANO, EN EL CURSO DE ADIESTRADOR PROFESIONAL.
SI TODO ME VA BIEN, YA QUE TENGO QUE VENIR DESDE PALMA DE MALLORCA.
TE SEGUIRÉ EN ESTE BLOG.
SALUDOS CORDIALES.
Hola carlos, interesantisimo articulo! Tengo tres de dudas al respecto:
– cuando dices entrenar en situaciones emocionalmente altas, en mi caso por ejemplo, lo llamo antes de soltarlo de la correa cuando sus amigos peludos estan en el parque. Bien viene como una flecha pero mirando constantemente para atras, se sienta delante mio medio girado, se relame una y otra vez, super tenso, nervioso… no le estoy causando demasiado estres al perro? o es algo que tiene que aprender a gestionar por si mismo? y hasta que no se calme del todo no hay «libertad»
– Cuando tienes una llamada aceptable, y el perro por ejemplo no obedece mientras corretea como un loco con uno de sus amigos, deberiamos aplicar el castigo negativo (buscarlo atarlo y para casa)
– puede llegar a deteriorarse la llamada en caso que otro miembro de la familia no lo utilize correctamente?
Gracias!
Ya atendía a la llamada pero me toreaba de vez en cuando, cogiendo un palo y saliendo corriendo. Ahora no. Va siempre cerca de mi. Gracias.
En el punto cuatro yo la he enseñado a sentarse, tumbarse (patas traseras y delanteras en contacto con el suelo) y echarse (todo el cuerpo en el suelo. Yo le siento, espero, le tumbo, espero y trato de echarle pero eso le cuesta más. Pero termina tranquila. De todas formas la mia no encuentra amigos tranquilos, todos los perros en el Retiro son muy nerviosos y tensos y la estoy acostumbrando a saludar e irse porque si mantiene el contacto se siente amenazada y responde de manera agresiva. Siempre que veo un perro nervioso la tumbo y la dejo en ese estado. ¿Lo hago bien?. Si es tranquilo y saluda correctamente como los Golden la dejo saludar y reanudo el paseo. Creo que considera a los perros una amenaza porque me equivoqué al principio, pensaba que era bueno juntarla con muchos perros. La perra era muy tranquila pero la mordieron (Jack Russel), la humillaron y estuvo en un entorno de juego con pelotas y palos con un nivel de tensión muy elevado que terminaba en conflicto. Es responsabilidad mia y ahora trato de rehabilitarla como puedo, no sé si lo hago bien pero no le gustan los perros nerviosos. Ahí va, mejorando.