Los perros nos quieren.
Publicado el 18 de abril de 2013
En Los combates cotidianos de Manu Larcenet -probablemente uno de los comics más hermosos que nunca se han escrito- hay una escena en la que Pablo, un viejo trabajador de los astilleros, sale al porche de su casa junto al protagonista, silba y de la noche llega una lechuza a la que arroja carne picada que ella come. El protagonista le dice que es un auténtico mago, pero Pablo responde que la mágica es ella, la lechuza, porque tirarle trocitos de carne es fácil, el misterio está en que los acepte.
Los perros son el mayor regalo que nos ha hecho la naturaleza a los hombres, entendiendo que nos ha dotado de muchas maravillas necesarias para que seamos adaptativos: nuestro cerebro, capaz de aprehender el tiempo, del estudio y de la comprensión, nuestros sentidos, esos canales de cristal que sirven para que el mundo entre torrencialmente en nosotros, las emociones, que llenan de significado lo anterior, siendo el nudo que nos enlaza para que tengamos, sintamos que tenemos, un sentido. Pero todo esto, tan lleno de posibilidades, en el fondo son herramientas para nuestra eficacia biológica.
Los perros son un regalo, no era necesario -no es necesario- que nos quieran para que seamos una especie viable (quizá lo sea para que ellos resulten viables, pero hemos domesticado muchas especies y los perros siguen llegando un paso más allá).
Hemos estudiado, desde enfoques diferentes, muchos procesos sobre el aprendizaje animal y tenemos cada vez más y mejores técnicas para entrenarlos, todo eso nos hace olvidarnos un poco del verdadero milagro: Los perros nos quieren como ninguna otra especie que no sea la nuestra, los perros nos toleran de buen ánimo cosas que serían impensables con otros animales.
Los perros nos quieren, los perros se alegran de vernos, de estar con nosotros, nada tienen que ver con otros animales que se puedan limitar a activar un estado emocional positivo al asociarnos con premios. A los perros les gusta que les acariciemos y tumbarse con nosotros para que les rasquemos y toquemos. Se me podrá decir que eso es un refuerzo finalmente, por supuesto: el milagro es que acariciarles les resulte reforzante. Si no me crees intenta acariciar a un cocodrilo ;).
Se podrá objetar que nosotros también queremos a los perros y en eso hay el mismo nivel de maravilla. Ni por asomo, nosotros tenemos una mente capaz de proyecciones muy complejas que nos hace sencillo canalizar nuestras emociones no solo hacia otros animales sino incluso hacia las cosas: conozco gente que ama el arte y gente que se enfada con las puertas que abren mal. Pero los perros, que no tienen esta capacidad, nos quieren.
También se puede decir que otras especies sienten afecto por nosotros, yo he trabajado con muchas y lo sé. Pero el amor de otras especies requiere un mayor trabajo por nuestra parte y es infinitamente más condicional: solo dos nos permiten cagarla de manera sistemática sin que eso rompa la relación afectiva, la nuestra y los perros. Y no apostaría sobre cuál tiene el primer puesto. Eso no ha sido bueno para los perros, cuando los entrenadores de otras especies ven algunas cosas que se hacen con los perros flipan en colores: si hicieran eso con los animales con los que trabajan no volverían a confiar en ellos y desde luego no seguirían trabajando. Pero los perros tienen anchas espaldas con nosotros por el amor que nos profesan, en ese aspecto parecen una madre incondicional que reconociendo las maldades de su hijo mantienen intacto el amor por él. Es triste que esa capacidad, que es uno de los destilados más potentes que el amor en cualquiera de su formas nos brinda, sea abusada y explotada con tanta frecuencia.
Los perros no son el animal más inteligente del mundo, desde luego no son el más cercano filogenéticamente a nosotros ¿por qué es el que mejor se adapta a nuestras increíblemente tensas, limitantes y artificiosas condiciones de vida? Porque los perros nos quieren.
Mantengamos abiertos los ojos sobre esta realidad, no dejemos que los árboles nos impidan ver el bosque. Es bueno y necesario el análisis conceptual y técnico de los diferentes aspectos de los perros y de nuestra relación con ellos, demasiado tiempo, demasiadas veces, el buenismo indeterminado y demagógico ha sustituido a la visión científica (que no por ello es menos amante, puesto que nos hace amar desde el conocimiento, no desde las proyecciones falsas que convierten al perro no en lo que es, sino en lo que querríamos que fuera o necesitamos creer que es). Pero no olvidemos el milagro, el regalo, la premisa inicial, la chispa que enciende e ilumina el camino: los perros nos quieren. Nos quieren mucho.
Gracias, mil veces gracias por éste post…
Excelente entrada, Carlos. La suscribo punto por punto. Enhorabuena!!
Gracias Carlos, como siempre genial!!.
Me encanta!!!!!!
Hermoso, mucho. Me ha emocionado. Gracias Carlos.
Somos especialistas por norma general,en hacernos las cosas difíciles,en muchos aspectos de nuestra vida…Gracias por tu forma de expresarlo es casi tan claro,limpio y fácil de interpretar,que la mirada de un perro y una mente abierta.
🙂
genial!
Enhorabuena Carlos. Una entrada genial.
Realmente maravilloso…
🙂
Gracias y Saludos.
Tengo que agradeceros a todos los que habéis comentado esta entrada -tanto aquí como en los enlaces del Facebook- vuestras palabras. Me generó bastantes dudas empezar a dar cabida en el blog a reflexiones algo más personales, aunque siempre manteniendo los criterios y premisas generales.
Realmente estoy algo abrumado, muchísimas gracias.
como siempre es un gustazo leer tus reflexiones.
Que precioso y cierto todo esto que dices. Que suerte haberlo leído, muchísimas gracias!!
En esta era donde las grandes verdades se comparten en frases hechas, estilo «galleta de la fortuna», está bueno encontrarse con una reflexión sentida pero al mismo tiempo pensada y fundada. 😉
Me encanto lo que leí, porque es así, solo ellos saben colocar su cabeza sobre nuestras piernas, en forma incondicional cuando nos sentimos abatidos y tristes,o estamos de mal humor, y nos perdonan siempre…
Me lleve todos los post de vacaciones en mi eBook para leerlos y cúando leí este, no se que cara tendría pero la persona que estaba en el asiento del avión pegado al mio me soltó literalmente, VEO QUE TE GUSTA LO QUE LEES, pues si, claro que me encanta y de dudas las justas carlos, nunca viene nada mal expresar lo que se siente, gracias.